Las dudas sobre la liquidez de la banca provocarán menos crédito y más caro



Por F. Llera*
Los problemas de las entidades para financiarse amenazan con agravar la sequía de préstamos

Las alarmas han vuelto a saltar sobre la banca. El castigo bursátil originado por su alta exposición a la deuda soberana, los problemas para financiarse y la dudas que Estados Unidos expresó sobre la liquidez de las principales entidades financieras, siembran de incertidumbres el futuro de un sector cuyos problemas para financiarse redundarán en un crédito más restringido y más caro.
Los últimos datos del Banco de España han vuelto a poner las cifras a esos temores. Los nuevos créditos concedidos a familias y empresas en España entre enero y junio ascendieron a 310.570 millones de euros, una cifra que cayó el 27,48 por ciento en relación al mismo periodo de 2010 y que es la más baja desde 2003, cuando el Banco de España empezó a elaborar esta estadística.
Las entidades financieras que operan en España restringieron sobre todo los préstamos a las familias, ya que éstos sumaron 38.547 millones de euros a cierre de junio, casi la mitad de los 69.919 millones concedidos en los seis primeros meses del año anterior.

Siempre la vivienda...

Buena parte de ese retroceso obedece a la caída de los créditos para la adquisición de vivienda, que pasaron de 36.972 millones en la primera mitad del año 2010 a tan sólo 19.337 millones en la primera parte de 2011, es decir, un 47,7 por ciento menos.
En el caso de la financiación a empresas, los descensos fueron más limitados, al pasar de 358.345 millones de euros en el primer semestre de 2010 a 272.023 millones este año, lo que supone una reducción del 24,09 por ciento.
Las estadísticas del Banco de España revelan que los nuevos créditos de la banca española a las familias y a las sociedades se han reducido a la mitad desde que estalló la crisis financiera, en agosto de 2007.
En el primer semestre de aquel año, los préstamos concedidos ascendieron a 655.121 millones de euros, una cifra que bajó a 571.806 millones en la primera mitad de 2008 y que se redujo hasta 531.381 millones en los seis primeros meses de 2009 para pasar a 428.264 millones de euros en 2010.
Los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadísitica (INE) a cierrre del mes de mayo señalan a una de las causas de este comportamiento. El tipo de interés medio de una hipoteca concedida en España se situaba en ese mes en el 4,08 por ciento, lo que supone un aumento del 4,1 por ciento en tasa interanual y un incremento del 1 por ciento respecto a abril de 2011.Conclusión, el crédito es más caro y de más difícil acceso.
Pero, ¿qué agudiza esta situación? Durante los tres últimos meses, tanto en España como en el resto de Europa, se han puesto de manifiesto la dificultades por las que atraviesa la banca para financiarse. El Santander fue el último que realizó una emisión de cédulas territoriales a finales del mes de mayo colocando tan sólo la mitad de lo que ofertaba y, desde entonces, ninguna de las cinco grandes entidades europeas parece haber encontrado una ventana de oportunidad.
Pero es que la coyuntura tampoco ayuda. Las dudas que Estados Unidos expresaba la semana pasada sobre la liquidez de la banca europea suponían otro palo en la rueda de la recuperación de la confianza en las entidades financieras.
Sin indicadores del nivel de liquidez que presentan las entidades financieras europeas que, delideradamente, se dejaron fuera de las pruebas de resistencia a las que sometió el Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) al sistema financiero comunitario, las dudas sobre la banca europea no hacen más que engordar.
Desde principios de 2009, y en plena resaca por el colpaso de Lehman Brothers, la cotización de la gran banca europea no había estado tan baja y el diagnóstico que la mayoría de los expertos hacen para identificar este nuevo virus es coincidente: la sequía de liquidez.
Los síntomas también son claros. En julio, los bancos italianos duplicaron su dependencia de la financiación del Banco Central Europeo hasta los 80.000 millones de euros. El mayor nivel durante la crisis financiera. El Banco de Inglaterra abogaba hace unos días por recortar, temporalmente, las exigencias de capital a la banca. Y, mientras tanto, toda la banca suiza, el gigante alemán Deustche Bank y su homólogo francés Société Générale sufrían en la bolsa las dudas sobre su rentabilidad...
Que las entidades atraviesan ciertas dificultades para financiarse a corto y medio plazo es un secreto a voces que la pasada semana semana, el economista jefe del Banco Central de Suecia, Lars Frisell, se encargaba de desvelar al despacharse con que "no es mucho lo que hace falta para que el sistema interbancario se colapse". Sin retractarse pero matizando aquellas polémicas declaraciones, Frisell aclaraba que la situación no es tan grave pero tampoco hay que descartar ese extremo.
"Nos tomamos estas señales en serio, pero no es comparable con lo que ocurrió tras la quiebra de Lehman" aseguraba el pasado viernes el economista jefe del BCE, Jürgen Stark, el pasado viernes intentando alejar los fantasmas que se situaron en el gérmen de las crisis desatada por las hipotecas basura en Estados Unidos.
Pero los responsables del sector financiero europeo son realistas. El presidente de Société Générale, Frédéric Oudéa, reconocía la dificultad de la actual situación y pronosticaba, hace unos días en una entrevista a Jorunal du Dimanche, que "el nerviosismo sobre los valores bancarios puede durar, al menos, hasta principios de noviembre". En cualquier caso, Oudéa se mostraba optimista al afirmar que "tendremos la ocasión de comunicar al mercado que la banca no tiene problemas de liquidez, que su actividad está sana y su capacidad de inversión intacta".
Pero en el corto plazo los efectos de esa desconfianza y del cierre a cal y canto de los mercados se empieza a notar. La sequía de liquidez ha obligado a bancos y cajas de ahorros españolas a mojarse, a obviar la penalización del Gobierno para las altas rentabilidades y a volver a ofrecer intereses de hasta el 4 por ciento.
Las tensiones que se viven en los mercados de deuda son las que avivan el fuego de una guerra del pasivo que el Ministerio de Economía intentó amainar penalizando a aquellas entidades que ofrezcan rentabilidades superiores al 3 por ciento. Pero, ¿cómo podrían afrontar sus compromisos de liquidez?
Los vencimientos de bancos y cajas ascienden a unos 150.000 millones de euros hasta finales de 2012, a la vez que se estima que tiene que afrontar unas líneas de deuda por valor de unos 60.000 millones de euros antes de que termine este año.
Hasta finales de 2011, el Santander y BBVA son los grupos financieros que acumulan mayores compromisos. Al primero le vence deuda por valor de 9.700 millones de euros, mientras que al segundo son 6.700 millones de euros los que tiene en vecimientos. Sin embargo, son Catalunya Caixa, Banco Popular, Sabadell y Bankinter las que las últimas semanas se han visto obligadas a reforzar sus ofertas de captación de pasivo -ver elEconomista del pasado 13 de agosto-.

Vías de financiación

En unas circunstancias como las actuales, a las entidades financieras las vías de salida se pueden contar con los dedos de una mano: acudir a los clientes o al Banco Central Europeo (BCE), además de las denominadas cámaras de contrapartida. Pero para estas dos últimas alternativas las entidades necesitan garantías y los balances que presentan la mayoría de ellas hacen cada vez más díficil de avalar este tipo de operaciones.
Entonces, ¿compensa pagar la multa que impone el Ministerio de Economía? El sector asegura que sí. Por un lado tendrían que desembolsar un interés mayor en el mercado de nuevas emisiones de deuda que superaría con creces el 5 por ciento, teniendo en cuenta la prima de riesgo país, que ha llegado a superar los 300 puntos básicos. Y, por otro lado, la captación de dinero de los particulares permite a las entidades ganar clientes, que en un futuro podrían contratar nuevos productos.
La regla de oro de la banca apunta a que si se paga más por los depósitos se ha de cobrar más por los créditos. ¿Consecuencia? Un crédito más caro e inaccesible.


El Economista.es *

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