Crisis de deuda soberana arrastra al colapso del sistema financiero
Por Marco Antonio Moreno
Una de las claves más incomprendidas de la actual crisis es su carácter de global. La crisis de crédito iniciada el año 2008 se diferencia de las crisis financieras de 1929 y 1987 por su carácter profundamente global dado que es un producto genuino y altamente desarrollado en las finanzas globales de los países avanzados. La alambicada ingeniería financiera que permitió elevar los índices de prosperidad, también se prestó para los abusos y fraudes que multiplicaron varias veces a la economía real en la que ha pasado a ser conocida como la mayor estafa de la historia.
Por eso que esta crisis es una crisis que demuele toda la estructura del esquema ponzi de las finanzas modernas, al tiempo que propina el más brutal golpe a la confianza del sistema. Nadie confía en la banca, y ni los propios bancos confían en el sistema financiero. Hasta los bancos alemanes tienen un apalancamiento 32 a 1 (han multiplicado 32 veces cada “euro real”), y cuando Lehman Brothers quebró, su apalancamiento era 30 a 1. Basta una caída del 3,5% para que desaparezca todo el capital de la banca alemana. El actual nerviosismo es fruto de ese elevado apalancamiento en el cual un leve temblor en Atenas puede desatar un fuerte desastre en el núcleo europeo. Lo de ahora, insisto, es sólo nerviosismo. El pánico se desatará cuando efectivamente llegue ese momento que tanto la UE como el BCE y el FMI (la troika) se esfuerzan por dilatar lo más posible, como si la dilación implicara una amortiguación del problema.
Si la dilación permitiera efectivamente un reordenamiento de las deudas, sería esperable pensar en un derrumbe programado del sistema. Pero no hay tal. El colapso del crédito se propaga y amplifica a todo nivel por el desmoronamiento de ese esquema ponzi que amplificó veinte veces la economía real. Y recordemos que la estructura ponzi es como la de un castillo de naipes. Su derrumbe no deja nada en pie. Esto es algo que nunca había ocurrido en la historia humana, pese a la ferocidad de las crisis citadas, o al colapso que significó la crisis petrolera 1973-1974. Pero esta mirada quizá permita comprender la constante mutabilidad de la actual crisis que no se detendrá hasta que todo el fraudulento sistema financiero sea destruido. Como se comprenderá, se trata de una purga para la que nadie estaba preparado.
Ausencia de un “Plan B” exacerba la desconfianza
Uno de los hechos que demuestra la total ausencia de preparación para enfrentar este momento, es la inexistencia de un “Plan B” para permitir una reestructuración ordenada del alto endeudamiento que enfrentan países como Grecia, Irlanda y Portugal. La situación de estos países ha obligado al BCE a inyectar altas sumas de dinero y nadie puede pretender que estos países devuelvan esas deudas en los plazos y tiempos acordados. Considerados como “soluciones de emergencia”, los planes de rescate no han sido más que un calmante transitorio que en muy breve plazo se convertirán en pesadilla. Un pesadilla que bien puede ser el inicio del final del juego.Grecia enfrenta el problema de que forma parte del euro y eso le impide crear su propia moneda. Al no poder imprimir su propio dinero depende del euro para pagar sus deudas. Como no puede dar impulso a su economía, necesita de la ayuda externa, algo que sus socios europeos le conceden a un alto costo. Costos tan elevados que han llevado la deuda griega a niveles asfixiantes: para el segundo semestre alcanzará el 166% del PIB. Esta es una prueba concreta de que la troika UE/BCE/FMI, sólo ha postergado el colapso de Grecia dado que ha sido incapaz de concederle préstamos a un costo razonable, en la pretensión de arreglar en el camino toda esa pesada carga, algo tan ilusorio como imposible.
Grecia será incapaz de pagar esa deuda y se verá en problemas hasta para el pago de los intereses. Las apuestas del BCE de una “recuperación milagrosa” para Grecia no corresponden a estos tiempos. El único milagro real es la constatación a toda escala de los intereses reales del BCE y su empecinamiento por defender al núcleo duro de la UE y dar la espalda a la periferia. Como lo señalamos anteriormente, los “rescates” a la periferia solo han buscado salvaguardara los grandes centros financieros del núcleo.
Hasta el momento, los gobiernos han sido los grandes amortiguadores de los problemas financieros dado que compraron la idea de que esta crisis era un problema de liquidez, sin sospechar que se trataba de una crisis de insolvencia, de un colapso terminal del sistema. Así fue como permitieron la resurrección de la banca zombi al alto costo de sumergir al mundo en la primera gran crisis de la deuda soberana global. Ahora son los gobiernos, es decir los contribuyentes, quienes cargan con la deuda y con las amenazas de corte en el suministro de crédito. Este juego de casino es completamente paralelo al que se vive al otro lado del Atlántico con el dólar. Como juegos simétricos y gemelos, que se han nutrido y potenciado en sus fraudes mutuos, se acercan simultáneamente a su colisión final. Un choque que no tendrá segundas partes.
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