¿Salirse del euro?
Por Michel Husson
La salida del euro es evocada por algunas corrientes de izquierda como un medio de romper con la Europa neoliberal y de conseguir así márgenes de maniobra para una política diferente. Esta posición es defendida en particular por Costas Lapavitsas para Grecia y por Jacques Sapir para Francia /1. El debate debe evitar aquí dos procesos simétricos: el que consiste en decir que este proyecto alimenta el programa del Frente Nacional y, en sentido inverso, el que tacha de "europeísmo" o de "librecambismo" las críticas que le son dirigidas.
El argumento principal en favor de la salida del euro es que la moneda nacional restablecida podrá ser devaluada, de forma que se restaurara la competitividad del país. Remite al carácter deliberadamente truncado de la construcción europea: haciendo imposible toda devaluación, el euro fue concebido como un instrumento de disciplina salarial, convirtiéndose el salario en la única variable del ajuste. Pero esta disciplina ha sido en parte soslayada, particularmente en España, gracias a la posibilidad ofrecida por el euro de tener un déficit exterior creciente, así como por una lógica de burbuja y de sobreendeudamiento. La solución coherente habría sido, y sigue siendo, la puesta en pie de fondos de transferencia y de armonización, es decir de un presupuesto europeo ampliado, solución que ha sido rechazada siempre en la práctica. Todos los esfuerzos de los dirigentes europeos han ido, al contrario, en el sentido de una reducción de ese presupuesto.
Una devaluación competitiva no puede de todas formas ser exitosa más que si los países vecinos no hacen todos lo mismo. De ahí, por otra parte, propuestas más o menos realistas de doble euro o de moneda común (un euro respecto al exterior, monedas nacionales en el interior).
Pero el proyecto de salida del euro se apoya en una ilusión y un olvido. La ilusión es que la devaluación permitiría a un país estimular su crecimiento. Jacques Sapir habla de "reencontrar rápidamente un sendero de fuerte crecimiento, por una mejora instantánea de nuestra competitividad-precio gracias a una devaluación de alrededor del 25% ". El proyecto de fundar un fuerte crecimiento en el auge de las exportaciones, y por tanto sobre las espaldas de los "contrincantes", se basa en la idea falsa de que las pérdidas de mercado de Francia se explican principalmente por una falta de competitividad-precio. No es el caso en el interior de Europa y, respecto al resto del mundo, es la tasa de cambio del euro lo que influye y lo que hay por tanto que gestionar a ese nivel.
Políticamente, esta vía desemboca en una guerra comercial abierta en Europa y no define por tanto un proyecto cooperativo. Pero el olvido mayor trata sobre la deuda pública. Está expedida en euros o en dólares, y aumentaría en proporción a la devaluación, que tendría igualmente por efecto hacer más caras las importaciones. Desde un punto de vista estratégico, se trata de un error mayor, que consiste en poner la carreta delante de los bueyes, aumentando el peso de la deuda pública y exponiendo a la nueva moneda a los asaltos especulativos.
La alternativa a la salida del euro no está fundada en una confianza ingenua en las virtudes del libre cambio y no supone una espera angelical de una "buena" Europa. Consiste en poner las cosas en su sitio, dicho de otra forma, en comenzar por tomar medidas que vayan en el sentido de la transformación social. Por ejemplo, empleos estables, salarios decentes, la extensión de la protección social y de los servicios públicos más que de las punciones financieras, las desigualdades y la regresión social. Esto implica un pulso con las instituciones europeas apoyándose en la legitimidad de la extensión posible a varios países de esta orientación /2. Esta experiencia debería ser protegida, en particular, mediante un control de los capitales. Se trata pues de medidas proteccionistas, pero sabiendo lo que se protege. En cuanto a la salida del euro, no hay que excluirla, pero sería absurdo anunciarla por adelantado y quemar de entrada ese cartucho. Si se toma el cuidado de distinguir los fines y los medios, el fondo de la cuestión trata en realidad sobre la naturaleza del proyecto de sociedad: ¿más crecimiento gracias a la devaluación o bien un desarrollo fundado en otro reparto de las rentas?
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Notas:
1/ Ver el debate entre Jacques Sapir y Jean-Marie Harribey y el de Costas Lapavitsas con Ozlem Onaran, hussonet.free.fr/autreuro.htm.
2/ Leer "Euro-stratégie : une esquisse", Regards, décembre 2010, disponible en http://hussonet.free.fr/strategir.pdf
La salida del euro es evocada por algunas corrientes de izquierda como un medio de romper con la Europa neoliberal y de conseguir así márgenes de maniobra para una política diferente. Esta posición es defendida en particular por Costas Lapavitsas para Grecia y por Jacques Sapir para Francia /1. El debate debe evitar aquí dos procesos simétricos: el que consiste en decir que este proyecto alimenta el programa del Frente Nacional y, en sentido inverso, el que tacha de "europeísmo" o de "librecambismo" las críticas que le son dirigidas.
El argumento principal en favor de la salida del euro es que la moneda nacional restablecida podrá ser devaluada, de forma que se restaurara la competitividad del país. Remite al carácter deliberadamente truncado de la construcción europea: haciendo imposible toda devaluación, el euro fue concebido como un instrumento de disciplina salarial, convirtiéndose el salario en la única variable del ajuste. Pero esta disciplina ha sido en parte soslayada, particularmente en España, gracias a la posibilidad ofrecida por el euro de tener un déficit exterior creciente, así como por una lógica de burbuja y de sobreendeudamiento. La solución coherente habría sido, y sigue siendo, la puesta en pie de fondos de transferencia y de armonización, es decir de un presupuesto europeo ampliado, solución que ha sido rechazada siempre en la práctica. Todos los esfuerzos de los dirigentes europeos han ido, al contrario, en el sentido de una reducción de ese presupuesto.
Una devaluación competitiva no puede de todas formas ser exitosa más que si los países vecinos no hacen todos lo mismo. De ahí, por otra parte, propuestas más o menos realistas de doble euro o de moneda común (un euro respecto al exterior, monedas nacionales en el interior).
Pero el proyecto de salida del euro se apoya en una ilusión y un olvido. La ilusión es que la devaluación permitiría a un país estimular su crecimiento. Jacques Sapir habla de "reencontrar rápidamente un sendero de fuerte crecimiento, por una mejora instantánea de nuestra competitividad-precio gracias a una devaluación de alrededor del 25% ". El proyecto de fundar un fuerte crecimiento en el auge de las exportaciones, y por tanto sobre las espaldas de los "contrincantes", se basa en la idea falsa de que las pérdidas de mercado de Francia se explican principalmente por una falta de competitividad-precio. No es el caso en el interior de Europa y, respecto al resto del mundo, es la tasa de cambio del euro lo que influye y lo que hay por tanto que gestionar a ese nivel.
Políticamente, esta vía desemboca en una guerra comercial abierta en Europa y no define por tanto un proyecto cooperativo. Pero el olvido mayor trata sobre la deuda pública. Está expedida en euros o en dólares, y aumentaría en proporción a la devaluación, que tendría igualmente por efecto hacer más caras las importaciones. Desde un punto de vista estratégico, se trata de un error mayor, que consiste en poner la carreta delante de los bueyes, aumentando el peso de la deuda pública y exponiendo a la nueva moneda a los asaltos especulativos.
La alternativa a la salida del euro no está fundada en una confianza ingenua en las virtudes del libre cambio y no supone una espera angelical de una "buena" Europa. Consiste en poner las cosas en su sitio, dicho de otra forma, en comenzar por tomar medidas que vayan en el sentido de la transformación social. Por ejemplo, empleos estables, salarios decentes, la extensión de la protección social y de los servicios públicos más que de las punciones financieras, las desigualdades y la regresión social. Esto implica un pulso con las instituciones europeas apoyándose en la legitimidad de la extensión posible a varios países de esta orientación /2. Esta experiencia debería ser protegida, en particular, mediante un control de los capitales. Se trata pues de medidas proteccionistas, pero sabiendo lo que se protege. En cuanto a la salida del euro, no hay que excluirla, pero sería absurdo anunciarla por adelantado y quemar de entrada ese cartucho. Si se toma el cuidado de distinguir los fines y los medios, el fondo de la cuestión trata en realidad sobre la naturaleza del proyecto de sociedad: ¿más crecimiento gracias a la devaluación o bien un desarrollo fundado en otro reparto de las rentas?
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Notas:
1/ Ver el debate entre Jacques Sapir y Jean-Marie Harribey y el de Costas Lapavitsas con Ozlem Onaran, hussonet.free.fr/autreuro.htm.
2/ Leer "Euro-stratégie : une esquisse", Regards, décembre 2010, disponible en http://hussonet.free.fr/strategir.pdf
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