Los costos ocultos de la deuda sumergen al BCE en la bancarrota



Por Marco Antonio Moreno *


Grecia es el país más endeudado del mundo después de Japón en relación con el tamaño de su economía. Pero mientras Japón es una economía grande y productiva que tiene la ventaja de tener su propia moneda y gran parte de la deuda dentro de su propia frontera, Grecia tiene su deuda con bancos extranjeros, principalmente bancos alemanes y franceses, que llegaron al país heleno para ofrecer toda la generosidad del euro en los años felices. El acceso a los mercados financieros, y a bajas tasas de interés, logró seducir a una población que no conocía el dinero barato.
Ahora esos bancos son los que tienen no solo por las cuerdas a Grecia, sino que a Europa entera. Por dar esos préstamos “de buena gente”, los bancos franceses y alemanes han tenido que recurrir al socorro extremo del Banco Central Europeo, el cual, sumando los préstamos cedidos a gran parte de la banca europea con problemas, se ha convertido en el gran vertedero de la banca europea. Toda esa basura tóxica el BCE la ha transferido por dinero real a los bancos insolventes, pese a estar en contra de sus propias reglas, para evitar el desplome del sistema financiero. Y como el BCE es financiado por los contribuyentes, todos estos enormes costos ocultos enterrados en el balance del BCE, serán transferidos en su momento a los ciudadanos de la zonaeuro.

La estabilidad del BCE se ha hecho cada vez más frágil y por eso Jean Claude Trichet ha propuesto un ministerio de finanzas que intervenga directamente en las políticas de los países. Se sigue con las políticas monetaristas que han demostrado ser desintegradoras, en vez de adoptar una política fiscal para la zona euro que ponga el acento en la integración verdadera.
De acuerdo a los últimos datos del Banco Internacional de Pagos, comentados en este informe, la exposición de los bancos en dificultades de la zona euro llega a los 444.000 millones de euros, una canbtidad equivalenteal PIB conjunto de Austria y Finlandia. Si bien no todos estos préstamos son malos, muchos son activos tóxicos generados por las malas prácticas bancarias que están produciendo enorme daño al BCE. El BCE ha llegado al límite, y se encuentra al borde de la quiebra, tal como Grecia y Estados Unidos. Algo que no se espera aún para Japón e Italia, dado que las deudas de estos países está en manos de acreedores internos.
La fragilidad del sector bancario europeo hace que una moratoria de la deuda griega no sea una opción. De ahí la presión por exigir a Grecia y a los países afectados más recortes presupuestarios, en una espiral que no hace más que dilatar el principio del fin. Ante perspectivas de crecimiento débiles o inexistentes, la deuda es lo único que crece por la “magia” del interés compuesto, a tasas de usura que son impagables a cualquier plazo, como el 25% a dos años que se está cargando a Grecia. Al retrasar esta decisión que resulta inevitable, sólo se incrementan los costos para los contribuyentes y se prolonga el malestar económico en toda Europa.
Nadie niega a estas alturas que el BCE está tratando de ganar tiempo para que las economías con problemas logren ordenar la casa y reforzar a sus bancos. Pero ¿hay posibilidades de orden ante economías débiles y ante un manejo fiscal que impide atacar el problema del desempleo, sin duda el mayor de todos? Este dato es aún más alarmante cuando se observa el nuevo debilitamiento de la economía de Estados Unidos, que pese a la negativa de Bernanke, va en linea recta a una nueva zambullida que la puede tener sumergida durante una década. Esto no hace más que reafirmar el gran colapso financiero que se aproxima. Como muestra la gráfica, las necesidades financieras para éste y el próximo año son por 600.000 millones de euros. ¿Logrará la banca el desafío de encontrar esa liquidez? Y si lo hace ¿a qué costo social?.

El Blog Salmon *

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