La estrategia de salida del euro es crucial para los griegos
Por Costas Lapavitsas *
El default y la salida de Grecia de la zonaeuro han constituido en todo momento el resultado más probable de la crisis de la eurozona. Lo cierto es que la unión económica y monetaria ha fracasado, en particular porque ha creado una brecha insostenible entre el núcleo y la periferia. Es probable que para los países periféricos formar parte de la UME (unión monetaria europea) sea fuente de estancamiento y desigualdad de rentas. Ya ha significado para Grecia un fracaso de proporciones históricas.
El problema al que se enfrentaba el país en 2009-10 tenía mucho en común con el resto de la periferia, una enorme deuda pública y privada, baja competitividad, ingentes déficits por cuenta corriente y un déficit y una deuda pública que se estaban disparando rápidamente. La respuesta de la UE fue obtusa. Se adelantó a Grecia el llamado rescate, pero a tasas del 3% y el 4% por encima de las pagadas por Alemania. Se impuso una severa austeridad, recortando la renta nacional en 4,5% en 2010 y probablemente en un 4% este año.
Hasta un alumno de primero podría llegar a entender que lo último que necesita alguien en bancarrota son más préstamos punitivos y un recorte de los ingresos; inevitablemente el plan de estabilización ha sido un desastre, fracasando en todos sus objetivos originarios. Las cifras son impresionantes. Con las actuales medidas políticas, la "troika" UE/FMI/BCE espera que la deuda soberana aumente hasta el 200% del PIB en 2015, desde un 150% aproximadamente en la actualidad. El servicio de la deuda costará un 12% del PIB –mucho más que el gasto en salud y educación– mientras que el déficit del gobierno estará en un 15% del PIB. El país quedará incuestionablemente en bancarrota. Plenamente conscientes de esto, los mercados financieros se están negando a adelantar un céntimo más en nuevos préstamos privados. Y dado que la troika había planificado que Grecia retornase a los mercados en 2011 a lomos del esperado éxito del plan de estabilización, la crisis ha llegado al paroxismo.
La respuesta de la troika revela el fracaso sistémico registrado en el corazón de la eurozona. Grecia recibirá otro ingente préstamo, pero debe imponer una mayor austeridad que incluya recortes salariales y de pensiones, acaso la pérdida de 150.000 empleos en la administración, más impuestos y una privatización radical. ¿Y qué es probable que ocurra si el país acepta esto? Según los cálculos de la troika, en 2015 la deuda soberana constituirá el 160% del PIB, el servicio de la deuda costará el 10% del PIB y el déficit supondrá el 8% del PIB. En resumen, Grecia seguirá estando en bancarrota.
¿Qué sentido tiene entonces este nuevo rescate? La respuesta es que se trata de rescatar a los tenedores de bonos y comprar tiempo para los bancos. Jean-Claude Trichet, el presidente del BCE –un burócrata no elegido– le ha impuesto su voluntad a Angela Merkel, la política más poderosa de Europa. En 2015, Grecia se encontrará en bancarrota, pero su deuda estará abrumadoramente en manos de entidades crediticias públicas: la UE, el BCE y el FMI. Cuando se produzca el impago, los bancos ya estarán fuera de ello y la carga recaerá en los contribuyentes europeos. Mientras tanto, Grecia habrá pasado bajo el rodillo de la austeridad y presentará un desempleo oficial de en torno al 15%. Y cuando la UE cancele la deuda griega, como debe, le impondrá desmesuradas exigencias, entre las que tal vez se cuente una abierta presión para que abandone la eurozona.
Por desgracia para la troika, esta vez el pueblo griego ha entendido la maldad de lo que se propone. Se siente profundamente furioso con sus políticos y por ser objeto de calumnias. Al fin y al cabo, los griegos trabajan más horas que la mayoría de la gente de la UE y en tanto que asalariados, no pueden evitar los impuestos. Parece que se ha cruzado el Rubicón, pues el país está sopesando abiertamente la opción del impago y la salida.
En caso de que esto sucediera, sería un golpe de envergadura para la economía. Pero los griegos están preparados para habérselas con una situación apurada si ven una senda que lleve a la recuperación, algo que les niega la política de la UE. Una fuerza política que prometiera ejecutar el impago y la salida de forma democrática y soberana poniendo a la gente por delante de los bancos arrasaría con lo que se le pusiera por delante. Por lo que respecta a la UE, tendría que lidiar con la situación posterior en lo tocante a los bancos y la UME, con la esperanza de encontrar a alguien que no sea Trichet para que sirva de guía.
Columnista the Guardian *
El default y la salida de Grecia de la zonaeuro han constituido en todo momento el resultado más probable de la crisis de la eurozona. Lo cierto es que la unión económica y monetaria ha fracasado, en particular porque ha creado una brecha insostenible entre el núcleo y la periferia. Es probable que para los países periféricos formar parte de la UME (unión monetaria europea) sea fuente de estancamiento y desigualdad de rentas. Ya ha significado para Grecia un fracaso de proporciones históricas.
El problema al que se enfrentaba el país en 2009-10 tenía mucho en común con el resto de la periferia, una enorme deuda pública y privada, baja competitividad, ingentes déficits por cuenta corriente y un déficit y una deuda pública que se estaban disparando rápidamente. La respuesta de la UE fue obtusa. Se adelantó a Grecia el llamado rescate, pero a tasas del 3% y el 4% por encima de las pagadas por Alemania. Se impuso una severa austeridad, recortando la renta nacional en 4,5% en 2010 y probablemente en un 4% este año.
Hasta un alumno de primero podría llegar a entender que lo último que necesita alguien en bancarrota son más préstamos punitivos y un recorte de los ingresos; inevitablemente el plan de estabilización ha sido un desastre, fracasando en todos sus objetivos originarios. Las cifras son impresionantes. Con las actuales medidas políticas, la "troika" UE/FMI/BCE espera que la deuda soberana aumente hasta el 200% del PIB en 2015, desde un 150% aproximadamente en la actualidad. El servicio de la deuda costará un 12% del PIB –mucho más que el gasto en salud y educación– mientras que el déficit del gobierno estará en un 15% del PIB. El país quedará incuestionablemente en bancarrota. Plenamente conscientes de esto, los mercados financieros se están negando a adelantar un céntimo más en nuevos préstamos privados. Y dado que la troika había planificado que Grecia retornase a los mercados en 2011 a lomos del esperado éxito del plan de estabilización, la crisis ha llegado al paroxismo.
La respuesta de la troika revela el fracaso sistémico registrado en el corazón de la eurozona. Grecia recibirá otro ingente préstamo, pero debe imponer una mayor austeridad que incluya recortes salariales y de pensiones, acaso la pérdida de 150.000 empleos en la administración, más impuestos y una privatización radical. ¿Y qué es probable que ocurra si el país acepta esto? Según los cálculos de la troika, en 2015 la deuda soberana constituirá el 160% del PIB, el servicio de la deuda costará el 10% del PIB y el déficit supondrá el 8% del PIB. En resumen, Grecia seguirá estando en bancarrota.
¿Qué sentido tiene entonces este nuevo rescate? La respuesta es que se trata de rescatar a los tenedores de bonos y comprar tiempo para los bancos. Jean-Claude Trichet, el presidente del BCE –un burócrata no elegido– le ha impuesto su voluntad a Angela Merkel, la política más poderosa de Europa. En 2015, Grecia se encontrará en bancarrota, pero su deuda estará abrumadoramente en manos de entidades crediticias públicas: la UE, el BCE y el FMI. Cuando se produzca el impago, los bancos ya estarán fuera de ello y la carga recaerá en los contribuyentes europeos. Mientras tanto, Grecia habrá pasado bajo el rodillo de la austeridad y presentará un desempleo oficial de en torno al 15%. Y cuando la UE cancele la deuda griega, como debe, le impondrá desmesuradas exigencias, entre las que tal vez se cuente una abierta presión para que abandone la eurozona.
Por desgracia para la troika, esta vez el pueblo griego ha entendido la maldad de lo que se propone. Se siente profundamente furioso con sus políticos y por ser objeto de calumnias. Al fin y al cabo, los griegos trabajan más horas que la mayoría de la gente de la UE y en tanto que asalariados, no pueden evitar los impuestos. Parece que se ha cruzado el Rubicón, pues el país está sopesando abiertamente la opción del impago y la salida.
En caso de que esto sucediera, sería un golpe de envergadura para la economía. Pero los griegos están preparados para habérselas con una situación apurada si ven una senda que lleve a la recuperación, algo que les niega la política de la UE. Una fuerza política que prometiera ejecutar el impago y la salida de forma democrática y soberana poniendo a la gente por delante de los bancos arrasaría con lo que se le pusiera por delante. Por lo que respecta a la UE, tendría que lidiar con la situación posterior en lo tocante a los bancos y la UME, con la esperanza de encontrar a alguien que no sea Trichet para que sirva de guía.
Columnista the Guardian *
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