La economía mundial rumbo a una nueva "tormenta perfecta"
Por Marco Antonio Moreno
Mientras Standard & Poors ha castigado nuevamente la deuda griega otorgándole la calificación más baja del mundo (triple C = bonos basura), Bill Gross, el ejecutivo de Pimco, ha señalado que las finanzas de Estados Unidos están peor que las griegas. Si a la deuda pública de Estados Unidos, que supera los 14,4 billones de dólares, se le agregan los 50 billones de la deuda de Medicare y otros programas, esta asciende a 100 billones de dólares, es decir, el 700% del PIB estadounidense, cifra imposible de reducir en menos de dos o tres décadas.
Esta situación está generado un intenso debate tributario en Estados Unidos, al que incluso se ha sumado Alan Greenspan, uno de los responsables de la burbuja, quien ha pedido derogar todas las rebajas tributarias de la era Bush. En este link, se puede acceder a diez gráficas que reconocen los bajos impuestos que tienen a la primera economía del planeta al borde de la quiebra. Estos bajos impuestos, y las bajas tasas de interés, provocaron que los destinos del 1% más rico y del resto del mundo se hayan hecho diamentralmente opuestos. Y el fuerte y persistente desempleo amplia aún más la brecha entre ricos y pobres.
La “recuperación” no ha sido mas que un espejismo y el fantasma de que la economía mundial sufra un nuevo desplome está a la vuelta de la esquina. El mundo se ahoga en una montaña de deudas y el sistema financiero está colapsado con derivados tóxicos mientras los bancos centrales siguen rescatando en sigilo a la banca privada. Nada se ha hecho por enfrentar los temas de la banca que llevaron al desplome de la economía global, de la cual no hay recuperación verdadera. Todo indica que el 2008 volverá a repetirse y las seis semanas continuadas de caídas bursátiles anticipan el retorno de la tormenta perfecta.
De las seis mayores economías del planeta (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia) sólo EEUU y Alemania tuvieron un producto interno bruto mayor en el primer trimestre de 2011, en comparación con el de hace tres años, y por muy poco margen. Japón, Francia, Italia y el Reino Unido, siguen en recesión. La recuperación es decepcionante a todas luces y el gran sueño de la prosperidad y el consumismo que fue alimentado en las últimas décadas está a punto de convertirse en pesadilla.
La velocidad y magnitud de este declive han sido inusualmente severos y lo demuestra la debil creación de empleos por parte del sector privado estadounidense: 38.000 puestos de trabajo en mayo, en la economía que cuenta con el mercado laboral más flexible del mundo. Esto elevó la tasa oficial al 9,1% y la real al 22,2%, dando cuenta que la recuperación se ha desvanecido. Queda claro que las recesiones que tienen su origen en el colapso de las burbujas alimentadas por crédito son más graves y duraderas que las recesiones generadas por los intentos de frenar el recalentamiento inflacionario. Puede necesitarse de una o dos décadas para estabilizar los precios de los activos inflados por la burbuja especulativa, y se hace necesario una seguidilla de quiebras masivas para reducir el excesivo apalancamiento financiero generado en el período de la burbuja. La consecuencia de este proceso es la fuerte contracción del gasto privado que debilita la demanda como pasa ahora en España, Estados Unidos y otros países europeos.
En este escenario de profundo debilitamiento tienden a recrudecer los déficit fiscales, ya que el desplome de los ingresos genera menos recaudación tributaria. Una de las formas de evitar este shock es con el empuje del gasto fiscal, pero los apremios por la reducción de los déficit y el sometimiento a los planes de austeridad aceleran la caída. Este profundo shock interno enfrenta en la actualidad fuertes vientos en contra que lo hacen ser mas intensivo. Por un lado las alzas en el petróleo y las materias primas, y por otro el impacto en las cadenas de suministro tras el terremoto y tsunami de Japón.
¿Qué hacer para recuperar un mínimo equilibrio? Si existiera voluntad política los gobiernos abandonarían lor proyectos cortoplacistas y pensarían en desarrollos de largo plazo, poniendo en el énfasis en las metas de pleno empleo y asumiendo proyectos sustentables en el tiempo. Aunque se ha demostrado que una de las trabas que impide la movilidad efectiva de los flujos monetarios es la gran brecha de ingresos, nada se ha hecho por elevar los salarios en las economías más competitivas, pese a ser una de las propuestas del Parlamento Europeo. Esta medida, junto a la de generar mecanismos de empleos sólidos, reales y de largo plazo debió ser una de las principales tareas que las autoridades debieron enfrentar con urgencia, y no limitarse a tapar los agujeros de la banca. Ahora con viento en contra el camino se hace más escarpado, pero es la única vía para evitar el hundimiento total al que nos vamos acercando inexorablemente.
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