Ante fuerte volatilidad de los mercados, Strauss-Kahn pide una moneda global

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Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, se ha pronunciado por una nueva moneda mundial que sustituya al dólar y ayude a frenar la inestabilidad financiera en el futuro. Strauss-Kahn sostuvo que las reservas que los países miembros acordaron con el FMI podrían ser utilizadas en lugar del dólar, restituyendo así los llamados derechos especiales de giro (DEG) formulados en 1969.
El uso de los DEG en el comercio mundial permitiría amortiguar la volatilidad de los tipos de cambio, que han tornado ampliamente inestables a los mercados. La emisión de DEG podría crear una clase potencialmente nueva de activos de reserva. Esta idea es coherente con los actuales debates sobre el futuro del sistema monetario internacional. La valoración de los DEG se hace en base a una canasta de monedas importantes en el mercado y debe reflejar la realidad del comercio mundial. Por eso debe reflejar no sólo el dólar sino también el euro, el yen, la libra esterlina y debe ampliarse con fuerza al yuan chino.

Gran parte de la volatilidad actual del mercado es producto de la guerras de divisas, amparadas subrepticiamente por los propios gobiernos que luchan por mantener bajos sus tipos de cambio para no perder competitividad y ver menguar aún más el empleo. Pero esta es una medida transitoria que sirve sólo en el corto plazo. Aplicada en el mediano y largo plazo sólo acentúa los desequilibrios globales y conduce a los países a la bancarrota. Estos desequilibrios son justamente los que tienen a la economía mundial a las puertas del caos.
La idea de los DEG surgió en 1969, para apoyar a las instituciones de Bretton Woods y su sistema de paridades fijas, pero se derrumbó en 1971 tras la inconvertibilidad del dólar en oro declarado por Richard Nixon. Los DEG permitían a los miembros del FMI el derecho a intercambiar sus propias reservas de divisas en momentos de necesidad. La idea fue retomada en la cumbre del G-20 en Londres pero la pérdida de claridad y los egoísmos individuales que han primado por sobre los intereses colectivos señalando que la crisis se terminó, han empatanado las decissiones claves.
¿Llegará a tiempo la propuesta de Strauss-Kahn, o será demasiado tarde para revertir el total desorden financiero que impera en el mundo?. Sea cual sea las derivaciones del proceso, sin una acción urgente, decidida y concertada, los conflictos latentes se incrementarán y los desequilibrios globales alentarán más la especulación profundizando una crisis que ya comienza a hacerse perpetua.

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