¿Quién debería presidir el FMI?


Muchos dicen que el Fondo Monetario Internacional ha tenido una crisis buena. Hace apenas tres años, numerosos observadores pensaban que ya había dejado de ser útil y que debía cerrar sus puertas. Desde entonces ha intervenido en Hungría, Letonia, Islandia y Ucrania, entre otros países golpeados por la crisis, y ha recibido una enorme inyección de nuevos recursos.
Parte de la explicación de esta mayor estima en que se tiene ahora al FMI es que últimamente ha demostrado flexibilidad intelectual, una virtud escasa para una burocracia grande y pesada. Ha reconsiderado su tradicional oposición a los controles de capitales. También ha sugerido que los bancos centrales pueden considerar objetivos inflacionarios más altos para evitar llegar a cero en caso de shocks deflacionarios, lo que le mereció un severo reproche por parte del Bundesbank alemán... clara señal de que está haciendo algo en la dirección correcta.
El FMI también ha creado una Línea de Crédito Flexible para desembolsar créditos rápidamente (sin condiciones onerosas) a países acosados por vientos financieros de los cuales no son responsables. El problema es que, a pesar del atractivo de su nombre, pocos han hecho uso de este recurso y, en particular, ningún país asiático.
De hecho, resulta revelador el que, cuando Corea del Sur estaba desesperada por obtener dólares durante la caída de Lehman Brothers, tomara préstamos de la Reserva Federal de Estados Unidos, no del Fondo. Tras su experiencia de 1997-98, las autoridades coreanas preferirían saltar al abismo antes que pedir prestado al FMI, incluso si es sin condiciones.
No obstante, si bien no todo es leche y miel, ha habido avances. Y el crédito de esto lo merecen la solidez y astucia política de la dirección del FMI, que no es algo que haya solido mostrar en los últimos años.
No obstante, en la actualidad hay insistentes rumores de que el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, dejará el organismo para oponerse a Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales francesas de 2012. La popularidad de Sarkozy sigue cayendo, y los partidarios de Strauss-Kahn señalan que nunca han sido un secreto sus ambiciones políticas.
Sería perjudicial para el Fondo quedarse con un director capaz, pero con poco poder. Ya existe la sensación de que el FMI es reticente a decir a Europa de manera más clara cómo manejar su problema con Grecia porque el Director Gerente debe tener cuidado de inmiscuirse en los asuntos políticos internos europeos.
Otra noticia interesante es que el FMI ha nombrado a Zhu Min, ex vicegobernador del Banco Popular de China, como asesor especial de Strauss-Kahn. Así, Zhu será parte del equipo gerencial central.
A su vez, esto ha dado pie a especulaciones de que Zhu será candidato a convertirse en el próximo director gerente. Se dice que es el momento de que alguien de fuera de Europa encabece el organismo: desde que el Fondo se creara, tras la Segunda Guerra Mundial, Europa ha tenido el monopolio de este cargo. El trato era que EE.UU. podía seleccionar al presidente del Banco Mundial y que los Europeos recibirían el máximo puesto del FMI (las autoridades estadounidenses creían que el Banco se convertiría en la institución más importante.)
Sin embargo, el mundo actual es más multipolar. Ya no está dominado por las economías atlánticas, por lo que éstas deberían dejar de dictar quién ha de ejercer las presidencias de las dos instituciones de Bretton Woods. Se argumenta hoy que es el turno de otra región.
La opción obvia es Asia, donde se encuentran los mercados emergentes más dinámicos. Es la región a la cual está pasando el centro de gravedad de la economía mundial. Si se les pregunta a los líderes asiáticos qué es lo que les haría pensar en acercarse al Fondo tras la traumática experiencia de la "ayuda" del FMI en 1997-1998, responderán: un director gerente asiático.
En realidad, esta es precisamente la manera equivocada de pensar en el tema. El problema del FMI en el pasado ha sido la estrechez de miras y la falta de mecanismos de rendición de cuentas por las decisiones que se toman. La mejor manera de que el Fondo siga abierto a las nuevas ideas es seleccionar para su presidencia a la persona con las mejores ideas. La mejor manera de asegurar que la gerencia del FMI dé respuestas a todos sus accionistas gubernamentales es evitar que el máximo cargo se convierta en feudo de cualquier región, se trate de Europa o Asia.
El nuevo director gerente se debería seleccionar por sus méritos, no por su nacionalidad. Debería haber una competencia abierta en que el mejor candidato gane gracias a sus ideas.
Asia cuenta con numerosos funcionarios económicos competentes que se pueden considerar para el cargo de nuevo director gerente del FMI. Sin embargo, el que sean asiáticos no es razón suficiente para seleccionarlos.

Barry Eichengreen is Professor of Economics at the University of California, Berkeley.
FUENTE : PROJECT SYNDICATE

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