Dinero idiota por todos lados
Los planetas están alineados. Este año puede ser muy bueno para varias economías latinoamericanas. Los flujos de capital tendrán un papel importante determinando las tasas de crecimiento, quizás aún mayor que en 2008 o 2009. Ciertamente, tendrán un impacto dominante en los precios de los activos financieros, de las empresas locales y en los bienes raíces.
Los inversionistas de portafolio se están cuestionando por todas partes sus más profundas creencias. La vieja división entre países industrializados y los en vías de desarrollo, útil hace algunas décadas, ha fracasado en los últimos diez años. Los mercados de renta fija y variable de los países industrializados han tenido un pobre desempeño en este período. Éstos, que habían sido asilos de seguridad y de estabilidad, se transformaron en inestables y de baja rentabilidad. Mientras los emergentes, conocidos por su volatilidad, comenzaron a ser más estables y atractivos. Ahora la preocupación de los inversionistas es creer demasiado en la metamorfosis de estos mercados, y buscan con ansias señales de renacimiento en las economías industriales.
Sin embargo, las economías desarrolladas se ven cada vez más viejas y lamentables. Sus deudas amenazan sus perspectivas de recuperación. Estas permanentes sombras han convencido a los inversionistas de prestar atención a las regiones inexploradas. Por décadas, América Latina fue vista como una región homogénea, pero ahora los inversionistas la ven como diversa y digna de cuidadoso escrutinio. Ahora tienen a varios mercados latinoamericanos en sus pantallas de radar.
Por supuesto, el país más estudiado es Brasil. Los inversionistas están enamorados de esa nación. La idealizan y le dan atributos que no tiene y puede ser que nunca tenga. Por su parte, los brasileños no logran percibir estos “atributos” y ven sólo la mezcolanza a la que están acostumbrados.
Tras un par de horas estudiando a Brasil, los inversionistas extranjeros dirigen su mirada a Perú, Colombia, Chile y México –siguen fascinados con Argentina y planean vacacionar allí después de visitar las Islas Galápagos, pero dudan de comprar sus acciones y bonos–. Hacen pequeñas compras de acciones peruanas, aprovechando el ETF listado en la Bolsa de Nueva York. Hablan de comprar algunos bonos colombianos, pero no encuentran una manera fácil de hacerlo. Estudian México por algunos minutos y después compran algunas acciones de América Móvil.
Entre lo positivo de estos cinco mercados financieros latinoamericanos, los extranjeros citan siempre sus bajos niveles de deuda pública como proporción del PIB. También mencionan mejoras en los derechos de accionistas minoritarios, y la cada vez mayor participación local en los mercados de acciones y bonos. También citan la estructura de edad de las poblaciones de estos cinco países. La tasa de crecimiento de población ha disminuido, así que las relaciones de dependencia están mejorando. Los pronósticos demográficos también implican que no habrá claros aumentos en la necesidad de proporcionar subsistencia para la gente mayor de 65 años.
El desafío para estos cinco países es decidir cuánta inversión extranjera de portafolio atraer. Su aumento les permite consolidar sus monedas y que suban los precios de los activos. Esto favorece a los dueños de acciones y bonos y a los dueños de bienes inmuebles. Por otro lado, debilita los incentivos para exportar y consolida los incentivos para importar, particularmente los bienes de consumo de lujo. Asimismo, genera abundancia pero no trabajos. Esta política es arriesgada, ya que los flujos de la inversión extranjera son volubles. Los inversionistas saben en sus corazones que son ignorantes de lo que realmente sucede en aquellos países en donde localizan sus inversiones.
Para los astutos inversionistas locales, el desafío es calibrar cuánto dinero “idiota” se ha invertido en sus mercados locales y qué es lo siguiente que van a comprar. Las ondas del dinero idiota crean oportunidades, pero también esas ondas pueden repentinamente volverse hostiles.
FUENTE : AMERICA ECONOMIA
Los inversionistas de portafolio se están cuestionando por todas partes sus más profundas creencias. La vieja división entre países industrializados y los en vías de desarrollo, útil hace algunas décadas, ha fracasado en los últimos diez años. Los mercados de renta fija y variable de los países industrializados han tenido un pobre desempeño en este período. Éstos, que habían sido asilos de seguridad y de estabilidad, se transformaron en inestables y de baja rentabilidad. Mientras los emergentes, conocidos por su volatilidad, comenzaron a ser más estables y atractivos. Ahora la preocupación de los inversionistas es creer demasiado en la metamorfosis de estos mercados, y buscan con ansias señales de renacimiento en las economías industriales.
Sin embargo, las economías desarrolladas se ven cada vez más viejas y lamentables. Sus deudas amenazan sus perspectivas de recuperación. Estas permanentes sombras han convencido a los inversionistas de prestar atención a las regiones inexploradas. Por décadas, América Latina fue vista como una región homogénea, pero ahora los inversionistas la ven como diversa y digna de cuidadoso escrutinio. Ahora tienen a varios mercados latinoamericanos en sus pantallas de radar.
Por supuesto, el país más estudiado es Brasil. Los inversionistas están enamorados de esa nación. La idealizan y le dan atributos que no tiene y puede ser que nunca tenga. Por su parte, los brasileños no logran percibir estos “atributos” y ven sólo la mezcolanza a la que están acostumbrados.
Tras un par de horas estudiando a Brasil, los inversionistas extranjeros dirigen su mirada a Perú, Colombia, Chile y México –siguen fascinados con Argentina y planean vacacionar allí después de visitar las Islas Galápagos, pero dudan de comprar sus acciones y bonos–. Hacen pequeñas compras de acciones peruanas, aprovechando el ETF listado en la Bolsa de Nueva York. Hablan de comprar algunos bonos colombianos, pero no encuentran una manera fácil de hacerlo. Estudian México por algunos minutos y después compran algunas acciones de América Móvil.
Entre lo positivo de estos cinco mercados financieros latinoamericanos, los extranjeros citan siempre sus bajos niveles de deuda pública como proporción del PIB. También mencionan mejoras en los derechos de accionistas minoritarios, y la cada vez mayor participación local en los mercados de acciones y bonos. También citan la estructura de edad de las poblaciones de estos cinco países. La tasa de crecimiento de población ha disminuido, así que las relaciones de dependencia están mejorando. Los pronósticos demográficos también implican que no habrá claros aumentos en la necesidad de proporcionar subsistencia para la gente mayor de 65 años.
El desafío para estos cinco países es decidir cuánta inversión extranjera de portafolio atraer. Su aumento les permite consolidar sus monedas y que suban los precios de los activos. Esto favorece a los dueños de acciones y bonos y a los dueños de bienes inmuebles. Por otro lado, debilita los incentivos para exportar y consolida los incentivos para importar, particularmente los bienes de consumo de lujo. Asimismo, genera abundancia pero no trabajos. Esta política es arriesgada, ya que los flujos de la inversión extranjera son volubles. Los inversionistas saben en sus corazones que son ignorantes de lo que realmente sucede en aquellos países en donde localizan sus inversiones.
Para los astutos inversionistas locales, el desafío es calibrar cuánto dinero “idiota” se ha invertido en sus mercados locales y qué es lo siguiente que van a comprar. Las ondas del dinero idiota crean oportunidades, pero también esas ondas pueden repentinamente volverse hostiles.
FUENTE : AMERICA ECONOMIA
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