Otros pagarán la deuda soberana actual

La sostenibilidad de la deuda soberana en los mercados emergentes fue durante mucho tiempo la preocupación tanto de inversores, como del Fondo Monetario Internacional.

En su día, Michel Camdessus, ex director del FMI, se dedicó a estudiar, no sin cierto recelo, el estado financiero de Brasil. Cuando por fin se mostró satisfecho, el FMI financió un acuerdo de derecho de giro a favor de Brasil en diciembre de 1998.
El tiempo ha demostrado que los cálculos fueron correctos. Una década después, tanto inversores como analistas depositan su confianza en las economías emergentes. Puede que las ecuaciones sean complejas, pero el principio es bastante sencillo.
Los ministros de Finanzas, cuando estudian sus necesidades de deuda, piensan en que el ritmo de crecimiento económico del país a largo plazo tiene que ser capaz, como mínimo, de hacer frente a los cupones de la nueva deuda. Si el crecimiento es superior al tipo de interés, los niveles de deuda caen. Si es el mismo, la deuda se estabiliza y, si es inferior, hay dos alternativas: la primera, emitir más bonos para hacer frente a los pagos.
Ésa es la actual relación déficit-gasto de países como Reino Unido, EEUU y España, que permiten un aumento de su nivel de endeudamiento.
Segunda, si los niveles de deuda ya son demasiado elevados, habrá que recortar el gasto, incurriendo en un superávit presupuestario primario.
¿Cuáles son las consecuencias? Alemania es un buen ejemplo. Su tasa de crecimiento nominal a largo plazo ronda el 3,8%, cifra superior a la rentabilidad de los bonos a diez años, del 3,2%.
Credit Suisse sugiere que, para mantener su ratio de deuda estable con respecto a la producción, Alemania puede permitirse un mayor estímulo de la economía y un bajo nivel de déficit. Irlanda y Grecia están en la posición contraria. Las críticas a los datos utilizados en los distintos modelos son lícitas.
No obstante, después de tener en cuenta factores como las pensiones y el sistema sanitario del futuro, como ha hecho Société Générale, casi todos los gobiernos ya se pueden considerar insolventes. La deuda de EEUU, después de incluir todos estos pasivos, es cinco veces superior al tamaño de su economía.
Sin embargo, el futuro, podrían decir los atormentados ministros de Finanzas, es incierto y serán otros, en cualquier caso, los que tengan que enfrentarse al problema.
AUTOR : LEX COLUMN
FUENTE : FINANCIAL TIMES

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