¿Qué dice la teoría económica sobre el desempleo?
Aunque el mercado del trabajo es uno de los problemas centrales que enfrenta cualquier sociedad, la teoría económica dominante toma al mercado del trabajo igual que el mercado de los tomates, como lo hacía hace 200 años. Y pese a que con frecuencia el mercado del trabajo conlleva a una situación en la cual no sólo se dilapidan recursos humanos conducentes al descalabro social (en el cual toda la creatividad se ve colapsada), la teoría económica considera al mercado del trabajo un simple mercado más dentro del contexto de su equilibrio general. Y por la teoría del equilibrio general walrasiano, ya sabemos que los desequilibrios económicos son inexistentes o, a lo sumo, levemente transitorios. Esta transitoriedad depende, desde los tiempos de Aristóteles, del ciclo económico dado por el auge en el período de las cosechas y el declive en el de la siembra. Aparte de este desempleo cíclico, no existe otra forma de desempleo de acuerdo a la corriente dominante de la economía, y a su carta magna: el equilibrio general walrasiano. Para esta carta magna, todos los desequilibrios son transitorios dado que se resuelven automáticamente por la vía de los precios, como indica la gráfica de la izquierda.
Puede parecer increíble, pero a lo largo de 230 años de teoría económica, el mercado del trabajo es analizado igual que cualquier otro producto, igual que el mercado de las papas o los tomates. Si en el mercado de arquitectos hay un exceso de oferta de arquitectos es sólo cosa de bajar el salario de los arquitectos para equilibrar el mercado de arquitectos (gráfica de la derecha). Para toda la corriente de la economía clásica y neoclásica, el mercado del trabajo se rige igual que cualquier producto. Si hay exceso de oferta de trabajo, los salarios reales deben ir a la baja, y si hay exceso de demanda, deben ir al alza, como ocurre con cualquier bien, sean tomates o lechugas. Es tan poco lo que importa el tema del empleo a la teoría económica aplicada en la vida real, que siempre se deja en manos del mercado. Una de las pruebas de la poca importancia que se le da al tema del empleo, lo ejemplifica rotundamente la Academia Sueca con el Premio Nobel de Economía. Sólo el año 2010 consideró oportuno destacar el trabajo que tres economistas realizaron, hace cuarenta años (en 1970), sobre el tema del desempleo y las fricciones reales que impiden los ajustes automáticos que plantea las teoría económica convencional. Cuatro décadas debieron transcurrir para que se aceptara que el mercado del trabajo no es igual al mercado de las papas, y que sus desequilibrios son persistentes. La teoría ha negado un hecho muy importante y es que el desempleo se puede prolongar hasta el infinito.
Este tema que debiera ser crucial para la sociedad en su conjunto, siempre encuentra obstáculos para su desarrollo. Uno de estos ejemplos lo ha puesto el post de Onésimo sobre mi artículo Líderes del mundo deben asumir que el desempleo es el problema central de la economía , en el cual intenté reflejar el drama del desempleo y plantear que la teoría (que siempre actúa ex-post) no tiene respuestas frente a este problema. En este artículo especifico el uso de la palabra “transitorio” que tanto ha molestado a Onésimo. En otro post me haré cargo de los otros términos.
¿Cuáles son los aportes que la teoría económica hace frente al tema del desempleo?
Desde el primer tratado de economía escrito por Adam Smith en 1776, el mercado del trabajo se considera igual que el mercado de los tomates: a mayor demanda, mayor precio. Smith esboza el problema del empleo en el contexto de su teoría del salario, pero no constituye el objeto central de su investigación. Para Adam Smith existe una estrecha relación entre la variación del salario y el empleo, lo que puede sintetizarse en las siguientes afirmaciones:- 1. Los salarios varían en proporción inversa a lo agradable del trabajo. (Es decir, mientras más desagradable un trabajo, mejor salario, y viceversa).
- 2. Los salarios varían en proporción directa al costo de su aprendizaje. (Mientras más costoso en tiempo y estudio, tiene mejor salario, por ejemplo: un médico).
- 3. Los salarios varían en proporción inversa a la continuidad del empleo (ningún otro trabajo es más fácil de aprender que el del albañil). Su compensación la eventualidad del empleo.
¿Qué dicen los neoclásicos sobre el mercado del trabajo?
El primer economista que analiza la situación del empleo es Alfred Marshall, el gran desarrollador del modelo de oferta y demanda y para quien la oferta y la demanda, “son las dos hojas de una tijera”. Marshall forma parte de la primera corriente económica que da un papel fundamental al mercado, pues lo considera el mejor asignador de los recursos. Según la teoría de la competencia y del laissez-faire, el desempleo se debe o a una interferencia nefasta del gobierno, o a las prácticas monopolísticas generalmente también culpa del gobierno. Para Marshall y los neoclásicos que le siguen, bastaría con que el gobierno se abstuviera de intervenir en los asuntos económicos, incluyendo la legislación social, los subsidios, los derechos arancelarios, etc., y dejara todo el campo abierto a la iniciativa privada y a la libre competencia del mercado, para terminar automáticamente con el desempleo. La propuesta para terminar con el desempleo, según los neoclásicos, es seguir la carta magna de la teoría económica. Así es como llama Schumpeter al equilibrio general walrasiano, que predomina desde fines del siglo XIX hasta hoy. Aunque hay que reconocer que Walras nunca ambicionó tal objetivo pues sólo buscó dar respuesta matemática al problema que Adam Smith no pudo responder en su idea de la mano invisible. Recordemos que la mano invisible de Adam Smith tiene un claro componente newtoniano.Como presento en la gráfica de la derecha, para estos economistas el desempleo existe porque se han alcanzado niveles de salarios demasiados altos, y este alto nivel de salarios es fruto de las prácticas monopolísticas de los sindicatos; el desempleo es también culpa de los gobiernos por la imposición de un salario mínimo. Si no existiera el salario mínimo podría haber empleo para todos.
Otra mirada al desempleo
El primer economista que toma en serio el problema del desempleo, es Arthur Cecil Pigou (1877-1959). Pigou detecta que no todo lo que existe está dentro de la Caja de Edgeworth (la matriz de Walras), sino que hay temas que requieren cuidado externo. Este importante economista fue un gran investigador de los ciclos económicos, y fue el pionero en la economía del bienestar y del desarrollo de los impuestos para corregir las externalidades. Es el creador del concepto de las externalidades y su mportante aporte científico demuestra que no era un economista que creyera que el mercado es la panacea. Pigou fue tal vez uno de los primeros en detectar las fallas del mercado, y por eso es un economista que ha pasado al olvido. Todos los méritos sobre las externalidades se los llevo Ronald Coase.El otro economista importante que cuestiona esta tesis del empleo es John Maynard Keynes. Keynes considera que la situación del pleno empleo es un caso particular de la economía, tal como para Einstein la economía newtoniana es un caso particular de la física. Es interesante constatar que así como Einstein logra diferenciar los efectos transitorios de los de mayor plazo, así Keynes intenta diferenciar a la economía clásica y neoclásica con la economia real en su Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero. Nótese que para este economista es el desempleo el elemento central, junto al interés y el dinero, para la salud de la economía. Keynes murió en 1946 y aunque sus teorías se mantuvieron en carpeta hasta inicios de los años 70, la presión de aquellos que pujaban por los siguientes dos elementos que señala Keynes: el interés y el dinero, pudo mucho más.
Como señala el catedrático Julian Pavon en este post que titulé El nudo gordiano de la política económica, las ideas de Keynes murieron en los años 70 con la crisis del petróleo. En el período de Keynes no existían problemas derivados de la oferta dado que en su época todos los recursos eran infinitos y el impulso de la industrialización y el desarrollo los amplificaban aún más. De esta forma ideas como la escasez a lo Robert Malthus eran desacreditadas de inmediato. En los años 70, sin embargo, con la crisis del petróleo y el retorno a la idea de un mundo finito esto cambió, y de ese cambio no se ha hecho cargo la teoría económica, ni los gobiernos de turno.
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