DE EE UU Unos datos funestos
Por MARTIN HUTCHINSON
Estados Unidos comienza a dar visos de estanflación. El producto interior bruto (PIB) aumentó solo un 1,8% el primer trimestre del año, a pesar de la inyección del estímulo fiscal adicional de diciembre. Al mismo tiempo, el dato con el que la Reserva Federal mide la inflación (el índice de precios en gasto de consumo personal) aumentó un 3,8%. Si esas tendencias no son temporales y los precios del petróleo no bajan, puede que la Reserva se vea en un aprieto.
El incremento del PIB en el primer trimestre es más débil de lo que parece por dos razones: la primera es que la mitad proviene de una acumulación de existencias que podría influir en el crecimiento futuro.
La segunda es que la mayoría de los estímulos adoptados en diciembre por ambos partidos para ampliar las bajadas de impuestos de la Administración de Bush, que no tuvieron ningún efecto a corto plazo sobre la economía, también incluyen una reducción del 2% durante un año de las cotizaciones a la seguridad social de los empleados, lo que costó aproximadamente unos 112.000 millones de dólares y se hizo efectivo en los salarios en enero. Eso incrementó la renta de las personas físicas, que aumentó a una tasa anual del 8,3% a lo largo del primer trimestre del año, y debería haber impulsado el crecimiento.
Sin embargo, los precios subieron tan rápido que, aunque la tasa de ahorro subió ligeramente, el consumo personal real aumentó únicamente un modesto 2,7%.
Con los recortes gubernamentales y la fragilidad de la construcción, el crecimiento del PIB fue lento.
A partir de este punto ya no hay ningún estímulo disponible, ni monetario ni fiscal. Lo más seguro es que las restricciones presupuestarias sigan recortando el gasto estatal, y es poco probable que las existencias aumenten si el crecimiento es lento. Por tanto, puede que las presiones de los precios procedentes de los productos básicos y los mercados energéticos en el plano mundial afecten negativamente al crecimiento del PIB en el futuro.
En cuanto a la inflación, el índice de gasto en consumo personal ya está excediendo con creces el pronóstico de la Reserva Federal para 2011, publicado el 27 de abril, del 2,1% al 2,8%, lo que deja entrever que la inmovilidad de la Reserva en cuanto a los tipos de interés está provocando unos tipos reales cada vez más negativos, lo que a su vez impulsa la inflación.
El panorama económico podría cambiar abruptamente, tal y como sucedió en 2008, cuando la espiral de precios del petróleo y de los productos básicos se invirtió y la inflación se disipó. Claro que eso nos costó una crisis financiera y una recesión económica de inmensas proporciones. No hay una salida fácil. -
Estados Unidos comienza a dar visos de estanflación. El producto interior bruto (PIB) aumentó solo un 1,8% el primer trimestre del año, a pesar de la inyección del estímulo fiscal adicional de diciembre. Al mismo tiempo, el dato con el que la Reserva Federal mide la inflación (el índice de precios en gasto de consumo personal) aumentó un 3,8%. Si esas tendencias no son temporales y los precios del petróleo no bajan, puede que la Reserva se vea en un aprieto.
El incremento del PIB en el primer trimestre es más débil de lo que parece por dos razones: la primera es que la mitad proviene de una acumulación de existencias que podría influir en el crecimiento futuro.
La segunda es que la mayoría de los estímulos adoptados en diciembre por ambos partidos para ampliar las bajadas de impuestos de la Administración de Bush, que no tuvieron ningún efecto a corto plazo sobre la economía, también incluyen una reducción del 2% durante un año de las cotizaciones a la seguridad social de los empleados, lo que costó aproximadamente unos 112.000 millones de dólares y se hizo efectivo en los salarios en enero. Eso incrementó la renta de las personas físicas, que aumentó a una tasa anual del 8,3% a lo largo del primer trimestre del año, y debería haber impulsado el crecimiento.
Sin embargo, los precios subieron tan rápido que, aunque la tasa de ahorro subió ligeramente, el consumo personal real aumentó únicamente un modesto 2,7%.
Con los recortes gubernamentales y la fragilidad de la construcción, el crecimiento del PIB fue lento.
A partir de este punto ya no hay ningún estímulo disponible, ni monetario ni fiscal. Lo más seguro es que las restricciones presupuestarias sigan recortando el gasto estatal, y es poco probable que las existencias aumenten si el crecimiento es lento. Por tanto, puede que las presiones de los precios procedentes de los productos básicos y los mercados energéticos en el plano mundial afecten negativamente al crecimiento del PIB en el futuro.
En cuanto a la inflación, el índice de gasto en consumo personal ya está excediendo con creces el pronóstico de la Reserva Federal para 2011, publicado el 27 de abril, del 2,1% al 2,8%, lo que deja entrever que la inmovilidad de la Reserva en cuanto a los tipos de interés está provocando unos tipos reales cada vez más negativos, lo que a su vez impulsa la inflación.
El panorama económico podría cambiar abruptamente, tal y como sucedió en 2008, cuando la espiral de precios del petróleo y de los productos básicos se invirtió y la inflación se disipó. Claro que eso nos costó una crisis financiera y una recesión económica de inmensas proporciones. No hay una salida fácil. -
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