El día que el reloj se paró en la Bolsa de Nueva York durante 30 segundos


Nadie habla de otra cosa. Todas las conversaciones que se producían este viernes a primera hora de la mañana en la línea de metro R (de color amarillo, que une el centro de Manhattan con Wall Street y que es utilizada por los trabajadores del distrito financiero), comentaban la media hora loca que protagonizaron las bolsas el día anterior.

Por la tarde, entre las dos cuarenta y las tres, hora local, (20.40 y 21 horas en España), el Dow Jones cayó un 9,1%, una sacudida que el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, conoció a través de su móvil.
Incrédulo, consideró que debía ser un error. Tras comprobar la veracidad de la caída, Geithner convocó un gabinete de crisis e informó al presidente del país, Barack Obama. Éste afirmó ayer que la SEC, la CNMV de EEUU, “evalúa lo sucedido” con el fin de “proteger a los inversores” y de evitar que “vuelva a suceder”.
Qué sucedió
Cuarenta y ocho horas después, los motivos reales del desplome todavía se desconocen y pueden pasar varias semanas antes de que se aclaren oficialmente. “Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió”, indicó ayer el influyente senador republicano Bob Corker. Pese a esta falta de información, el episodio ya ha servido para demostrar las discrepancias que existen entre los mercados bursátiles de Nueva York y sus máximos responsables; entre los operadores y entre los partidarios de reformar la regulación financiera. El juego de echar las culpas ha comenzado, con consecuencias que pueden ser significativas.
Además de la investigación de la SEC y de la cancelación de 4.000 operaciones por parte del Nasdaq debido a su elevada volatilidad, el Congreso ha convocado una reunión de emergencia, el próximo día 11, para analizar las causas de la caída del Dow. Paul Kanjorski, demócrata, señaló ayer que es necesario saber cómo “en cuestión de minutos, nos enfrentamos a un mercado que parecía tan volátil como en otoño de 2008”, tras la quiebra de Lehman Brothers. Los hallazgos del Parlamento serán relevantes en un momento en que se está negociando la reforma de la regulación financiera.
Las fuentes del mercado consultadas atribuyen la caída del Dow Jones -que después se moderó hasta el 3,2%- a la conjunción de varios factores. Los inversores estadounidenses estaban preocupados por el hecho de que la deuda pueda convertirse en un gran polvorín y genere una crisis similar a la que se produjo tras la quiebra de Lehman.
Los elevados umbrales de deuda pública (que en el caso de Grecia superan el 110% del PIB y que ya han sido advertidos por organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el G-20), pueden restringir la liquidez de los gobiernos, en un momento en que el mercado del crédito todavía está débil y en que el sector financiero debe refinanciar emisiones de deuda que firmó con el sector público para captar capital y superar la crisis financiera.
El FMI estima que la banca internacional captó cinco billones de dólares (3,91 billones de euros) a través de estas vías de financiación, que deberá devolver en los próximos 35 meses. La mayoría de entidades intentará refinanciar esta deuda, según el FMI, que teme que los Gobiernos de determinados países puedan tener problemas para seguir apoyando a la banca.
Esta inquietud de los inversores por los problemas de liquidez que puede tener el sector financiero se reflejó anteayer y ayer en los mercados de crédito. El Libor a tres meses -tipo al que los bancos se prestan dinero en el mercado interbancario- cerró el jueves en el 0,37% y ayer subía hasta el 0,43%.
A las preocupaciones por la deuda, alentadas por gestoras como Pimco, y por el estallido de violencia en Atenas (que era seguido en directo desde las televisiones instaladas en Wall Street), se unieron el temor al contagio a otros países de la Unión Europea y las dudas sobre el euro y otras divisas, como el yen.
Esta incertidumbre provocó que los operadores se lanzaran a interponer órdenes de venta masivas, tanto en valores como en cestas que replican índices bursátiles y en contratos de futuros. Gran parte de estas órdenes masivas se canalizaron a través de lo que en Wall Street se conoce como high frecuency trading, compraventa de grandes volúmenes de títulos que se cierran en cuestión de segundos. Esta operativa tiene un peso en la negociación diaria de los parqués neoyorquinos que oscila entre el 50% y el 70%.
El jueves, ante la repentina caída de la bolsa, las firmas que operan en high frecuency trading se tomaron su tiempo, para analizar los datos, y para frenar sus posibles pérdidas. Duncan Niederauer, consejero delegado de la sociedad rectora de la Bolsa de Nueva York (Nyse), apuntó el jueves por la noche que estas compraventas normalmente se cruzan en décimas de segundos y que en la jornada de anteayer el tiempo se amplió, hasta unos 30 segundos.
Entidades como Tradebot Systems y Tradeworx Inc. que interrumpieron sus operaciones durante varios momentos para protegerse del exceso de volatilidad. Esta actuación pudo haber contribuido a que se restringiera la liquidez en los mercados y a que se acrecentarán todavía más las olas vendedoras.
Esta conjunción de factores contribuyó a que valores como Accenture, Exelon, Philip Morris o Procter & Gamble rompieran sus límites máximos de fluctuación, escenario que forzó al Nyse, cumpliendo sus reglas, a ralentizar los intercambios. Al mismo tiempo, al romperse estas barreras máximas de fluctuación, las acciones de estas compañías pudieron contratarse en otros mercados electrónicos, como el Nasdaq, donde las caídas fueron mayores al no existir los mismos límites.
Esta ralentización de la actividad contribuyó al descenso del Dow y permitió que se produjeran órdenes automáticas de ventas generadas por ordenadores, sobre todo en mercados electrónicos, como el Nasdaq. Finalmente, los nervios se tranquilizaron y la actividad recuperó algo de calma una hora antes del cierre de Wall Street.

Gemma Martínez. Nueva York
FUENTE : EXPANSION

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