El final de la partida de la eurozona comenzará en Grecia
Por Costas Lapavitsas
Se pregonó inicialmente que la cumbre de junio de
la eurozona sería un paso decisivo hacia la resolución de la crisis. Italia y
España lograron un acuerdo para permitir que las instituciones europeas
recapitalizaran la banca y compraran directamente deuda soberana.
Pero en cuanto los mercados financieros echaron un
vistazo más de cerca, quedó claro que poca cosa de substancia se había
conseguido y que los costes para Italia y España de sus préstamos se
aproximaban de nuevo a alturas prohibitivas. Mientras tanto, el gobierno
español ha impuesto una mayor austeridad, rompiendo las promesas hechas al
electorado. Y el desempleo de la eurozona sigue aumentando, sobrepasando una
media del 11%.
Es justo suponer hoy que la Unión Monetaria Europea
(o eurozona) ha cruzado el Rubicón y se encamina hacia la ruptura o el
desmoronamiento. En la periferia de Grecia, Portugal, Irlanda y España hay
desesperación ante una recesión cada vez más profunda. En Francia e Italia
crece la oposición a la austeridad a largo plazo. En Alemania hay frustración a
causa de los irresponsables meridionales.
Es probable que la desintegración vaya a peor en
2013, con el desplome en perspectiva. Las economía grandes de Europa,
incluyendo al Reino Unido, están entrando en recesión debido a las políticas de
austeridad. La economía norteamericana vira hacia un terreno negativo, pues las
políticas expansivas de Barack Obama nunca fueron suficientemente vigorosas.
China se enfrenta a un duro aterrizaje que le obligará a reexaminar su
estrategia de crecimiento. El sistema financiero internacional, entretanto,
continúa debilitado y sin reformar.
Después de tres años de enconamiento, hoy hace
falta una actuación verdaderamente drástica. Los países de la periferia deben
abandonar la austeridad como parte de un programa a escala europea para elevar
la productividad, las instituciones financieras deberían pasar al dominio
público, y condonar la deuda. Pero es impensable que los actuales dirigentes
europeos vayan a embarcarse en esos cambios. Apegados a su economía neoliberal,
continuarán con la austeridad, la privatización y la liberalización. Los
mercados financieros lo han detectado y se están preparando para el desastre.
Es probable que el desastre tenga su comienzo en
Grecia. El país se encuentra en medio de una depresión sin precedentes, creada
en buena medida en Bruselas. En 2012, es probable que la producción se
contraiga entre un 7% y un 9%, sumado al 14% aproximadamente registrado
entre 2008-11. No es de sorprender que el programa de rescate esté nuevamente
fallando en sus objetivos, pues la recesión ha reducido los ingresos fiscales.
Sin embargo, la UE sigue insistiendo en que el país
debería ceñirse al fallido programa imponiendo ingentes recortes del gasto
público entre 2012 y 2014. El objetivo consiste en alcanzar un superávit
primario a la mayor brevedad. Si se realizan los recortes y se materializa un
desplome global, la economía griega se contraerá implacablemente en 2013, hasta
en un 10%, lo que supondría una catástrofe económica y social, sobre todo
considerando que el desempleo está ya en un 23%, incluyendo un 52% en el caso
de los jóvenes.
El actual gobierno griego, formado por los partidos
del sistema, Nueva Democracia y Pasok, con el añadido de los ardientes
europeístas de Dimar, es incapaz de habérselas con la crisis. Ganaron las
elecciones de junio jugando con los temores de la clase media de una vuelta al
dracma y la pérdida de sus ahorros.
También prometieron cínicamente renegociar las
condiciones del rescate sabiendo perfectamente que la renegociación era
imposible mientras se aceptase el marco del rescate. En la práctica, están a
punto de imponer los recortes presupuestarios impuestos por la UE, mientras liberalizan
las profesiones menos accesibles y venden activos públicos con la ridícula
esperanza de impulsar el crecimiento.
No es probable que este gobierno sobreviva durante
demasiado tiempo. A medida que la depresión empeore entre los próximos seis
meses y un año, Grecia se verá enfrentada a la imposibilidad de ceñirse a las
medidas políticas de rescate.
Esta vez es probable que la decisión sea
concluyente, con profundas implicaciones para la élite gobernante que llevó al
país a la UME encomendándose a la providencia. Las élites lo contemplan hoy con
horror mientras su estrategia se viene abajo, y son incapaces de idear una
senda alternativa.
Pero no es probable que Grecia decida suicidarse:
en algún momento suspenderá el pago de sus deudas y saldrá de la UME. Habrá
entonces un gobierno verdaderamente nuevo, formado acaso por la izquierda, que
navegará entre el caos y pilotará la reconstrucción de la economía y la
sociedad. Y una vez que Grecia haya dado ese paso, comenzará probablemente el
desmembramiento a conciencia de la UME. Costas Lapavitsas es profesor de Economía en la School of Oriental and African Studies (SOAS) de la Universidad de Londres.
FUENTE : SIN PERMISO
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