La gran paradoja: a tres años de la quiebra de Lehman Brothers todo sigue igual




Por Marco Antonio Moreno


Hoy se cumplen tres años de la quiebra de Lehman Brothers, un día clave que marca un antes y un después en la historia del capitalismo aunque es también un hecho envuelto en una extraña paradoja: todo sigue igual. Esto es porque la quiebra de Lehman encierra el más extraño misterio, que es también la causa y el sentido de la actual crisis ¿Por qué Henry Paulson, que había rescatado a Bear Stearns, Merrill Lynch, Fanny y Freddie y otras instituciones financieras, dio la espalda a Lehman Brothers?
Hay que recordar que tras la seguidilla de rescates realizados a la banca a lo largo del año 2008, la credibilidad del gobierno de George W. Bush se estaba desvaneciendo. Bush había asegurado que no rescataría a los bancos imprudentes, y que cada banco debía hacerse responsable de su propia locura. Pero el gobierno se vio obligado a salir al rescate de varios bancos, marcando la cruel paradoja de que el gobierno más neoliberal del mundo aplicara políticas de estatización o nacionalización bancaria. El tema fastidiaba y se convertía en chiste de mal gusto. Por eso cuando Paulson planteó la posibilidad de un nuevo rescate, el Congreso en pleno dijo “No”. Nadie imaginó que pasaría lo que pasó, hasta el extremo de que muchos hoy dicen que “dejar caer a Lehman fue un error”.

La opción política de dejar caer a Lehman Brothers era poner un freno a la irresposabilidad del sistema financiero, sobreapalancado al exceso dado que nunca tuvo límites para la concesión de préstamos. Así, con un dólar de dinero real, la banca “creaba” 200 dólares de dinero imaginario en derivados financieros, construyendo un gigantesco castillo de naipes con el clásico esquema ponzi, donde lo único que da vida al sistema es la captación constante y creciente de nuevos clientes a los que prestar.
La crisis financiera resultante significó un desplome del 43%, la mayor caída en el comercio internacional en 60 años y una profunda recesión económica mundial, que sólo fue aliviada por escuálidos y fugaces episodios de acción estatal. El derrumbe de Lehman dejó en constancia las gigantescas dimensiones de la burbuja financiera, con su oscuro manejo de más de 700 billones de dólares en productos derivados, el equivalente a 50 veces el PIB de Estados Unidos, o 12 veces el PIB mundial. Conocer las dimensiones del excesivo apalancamiento financiero dejó al descubierto las inseguridades del sistema, dando paso desde entonces a una demolición controlada sin fin. Son 700 billones de dólares que pujan por obtener algo de valor real, de ahí que estemos en pleno proceso de destrucción del sistema.
Por eso que el día 15 de septiembre marca un antes y un después en la historia económica moderna. Es el día en el cual se descorre el velo del engaño masivo del actual modelo económico, que expandió la economía en base al crédito y la deuda. La burbuja financiera manejó a la economía tanto por empujar al sector de la construcción a niveles récord, como por desplegar un boom de consumo que arrastró la tasa de ahorro a cero. Es muy curioso que hasta la quiebra de Lehman, nadie hablaba de deuda pública o deuda privada, temas que vienen desde los años 80. Tras la quiebra de Lehman, el tema de la deuda se hizo recurrente y casi no se habla de otra cosa. Toda la crisis actual es producto de la deuda. Pero, ¿y quien creó la deuda?. Los mismos bancos que son rescatados por los gobiernos con cargo a todos los contribuyentes por el temor al contagio y a las repercusiones que puede tener un default en el interconectado mundo de las finanzas globales.
Esto no hace más que demostrar que el modelo resultó víctima de su propia receta: promover el endeudamiento hasta que la bola de nieve fuera tan grande que al deslizarse arrastrara a todo el mundo consigo para someterlo a un largo período de agonía. Algo que ya es oficial (lo dice el FMI, la OECD y otros): cada año será peor al anterior hasta al menos el 2015, y que tanto Europa como Estados Unidos se encaminan a un estancamiento severo.
Por eso que el 15 de septiembre de 2008 es una fecha crucial: el día más sombrío en el cual el capitalismo se miró al espejo y vio que estaba desnudo. Y que todo el crecimiento y la prosperidad de varias décadas era falso, porque “toda ficción se asfixia en la conjetura y nada es sino lo que es”. De ahí que la importancia de este día encierre también la cruel paradoja de que todo sigue igual. Los bancos, considerados la fuente principal de los problemas, siguen siendo considerados “demasiado grandes para caer” y están en la mira de rescates de todos los gobiernos. Los bancos centrales, socios en el auténtico despilfarro de los bancos privados, siguen preocupados de la meta del 2% de inflación, como si no se hubiese demostrado que esa política fue parte de la trampa. Se sigue actuando como si nada hubiese ocurrido, sin detectar el nuevo momento Lehman que está en pleno desarrollo.

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