La banca, a tres años de la debacle
Por Chakravarthi Raghavan *
En los próximos días se cumplen tres años de la bancarrota de la banca Lehman, símbolo del inicio de una crisis mundial que del sector financiero se extendió rápidamente a la economía real.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha marcado el aniversario señalando la necesidad de volver eficaz la regulación y supervisión del sector financiero, pero también aboga por su reestructuración, para lograr un sistema bancario más equilibrado y diversificado, que complemente la banca privada con bancos públicos y cooperativos.
En su Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011, la UNCTAD dice que la crisis “ha socavado significativamente muchos de los argumentos avanzados en repetidas ocasiones durante las últimas décadas en contra de los bancos públicos”. En Europa y Estados Unidos, los grandes bancos privados han sido subvencionados porque son “demasiado grandes para fracasar”. De hecho, cuando estalló la crisis, los grandes bancos sólo fueron capaces de sobrevivir gracias a los fondos y garantías que recibieron del gobierno. El argumento de que los bancos son “máquinas de generar déficit” es más aplicable a los grandes bancos privados que a los estatales.
En cuanto a las supuestas diferencias de eficiencia entre los bancos públicos y privados, la crisis ha puesto de manifiesto que incluso los mayores bancos privados no recogieron ni evaluaron adecuadamente la información y, por tanto, no estimaron adecuadamente los riesgos de sus préstamos.
El riesgo de nuevas crisis se reduciría separando la captación de depósitos y sistemas de pago de las operaciones de banca de inversión. En otras palabras, no permitiendo a los bancos comerciales apostar con el dinero de otras personas. En segundo lugar, y aún más ambicioso, las grandes instituciones deben ser desmanteladas, para que no sean “demasiado grandes para fracasar” o, según la expresión de Yaga Venugopal Reddy, ex gobernador del Banco de la Reserva de India, “demasiado poderoso para ser regulados”.
Sin embargo, la re-regulación está siendo bloqueada en Estados Unidos y Europa como resultado de la captura de los poderes Legislativo, Ejecutivo y hasta Judicial de los países por los intereses financieros.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 de la UNCTAD explica que los mercados financieros se suponen necesarios para la movilización de recursos y su asignación eficiente para la inversión productiva. Sin embargo, la dura realidad es que a menudo sirven como un medio de especulación y acumulación financiera sin que contribuyan directamente al desarrollo económico y la mejora de las condiciones de vida.
Pero una nueva regulación por sí sola no será suficiente para evitar las repetidas crisis financieras y hacer frente a un sector bancario altamente concentrado y de gran tamaño, dominado a nivel mundial por un pequeño número de instituciones gigantescas. E incluso si el sector llegara a ser mejor regulado y menos propenso a crisis, no hay garantía de que sea capaz de impulsar el crecimiento y el empleo, sobre todo en países de bajos ingresos, o que otorguen crédito más accesible a las pequeñas y medianas empresas o a la población en general.
Entre los aspectos beneficiosos de los bancos estatales, la UNCTAD destaca su capacidad de recuperación demostrada en un contexto de crisis y su papel para compensar la contracción del crédito que resulta de la crisis. Un segundo aspecto es que proveen acceso a los servicios financieros a más gente y que apoyan actividades que aportan más beneficios sociales que las apoyadas por bancos privados. Por último, también pueden ayudar a promover la competencia en situaciones de oligopolio de la banca privada.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 nota que a pesar de las privatizaciones en gran escala durante la década de 1990, los bancos estatales siguen desempeñando un papel importante en muchos países. En 2003, este tipo de bancos representaron el treinta por ciento en las economías en transición, más del veinte por ciento en África y un poco menos del veinte por ciento en América Latina. Pero hay grandes variaciones dentro de cada región. En Argentina y Brasil, por ejemplo, casi un tercio de los activos bancarios están en los bancos estatales.
Además, bajo ciertas circunstancias, los bancos cooperativos y comunitarios de desarrollo también pueden ser un componente importante de la reestructuración del sector bancario. Durante la crisis financiera global, las cajas de ahorros pequeñas, como la Sparkassen en Alemania, no tuvieron que recurrir al apoyo de los bancos centrales o del Tesoro Público.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 de la UNCTAD cita varios ejemplos de bancos de propiedad pública en Europa y el mundo en desarrollo que han tenido éxito y no han necesitado ayuda o garantías de los contribuyentes.
Pero tal vez un ejemplo aún más importante sea el Bank of North Dakota (BND), una institución de propiedad estatal en el corazón de Estados Unidos. Ellen Brown, autora del libro La telaraña de la deuda, muestra cómo el “milagro económico” de Dakota del Norte -una tasa de desempleo del 3.3 por ciento, en contraste con más de nueve por ciento en el conjunto de Estados Unidos, y el ritmo más rápido de crecimiento del empleo- no se debe a su sector petrolero, como erróneamente afirma el New York Times, sino a su banco estatal.
*Editor emérito de South-North Development Monitor (SUNS). Escribe desde Ginebra.
En los próximos días se cumplen tres años de la bancarrota de la banca Lehman, símbolo del inicio de una crisis mundial que del sector financiero se extendió rápidamente a la economía real.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha marcado el aniversario señalando la necesidad de volver eficaz la regulación y supervisión del sector financiero, pero también aboga por su reestructuración, para lograr un sistema bancario más equilibrado y diversificado, que complemente la banca privada con bancos públicos y cooperativos.
En su Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011, la UNCTAD dice que la crisis “ha socavado significativamente muchos de los argumentos avanzados en repetidas ocasiones durante las últimas décadas en contra de los bancos públicos”. En Europa y Estados Unidos, los grandes bancos privados han sido subvencionados porque son “demasiado grandes para fracasar”. De hecho, cuando estalló la crisis, los grandes bancos sólo fueron capaces de sobrevivir gracias a los fondos y garantías que recibieron del gobierno. El argumento de que los bancos son “máquinas de generar déficit” es más aplicable a los grandes bancos privados que a los estatales.
En cuanto a las supuestas diferencias de eficiencia entre los bancos públicos y privados, la crisis ha puesto de manifiesto que incluso los mayores bancos privados no recogieron ni evaluaron adecuadamente la información y, por tanto, no estimaron adecuadamente los riesgos de sus préstamos.
El riesgo de nuevas crisis se reduciría separando la captación de depósitos y sistemas de pago de las operaciones de banca de inversión. En otras palabras, no permitiendo a los bancos comerciales apostar con el dinero de otras personas. En segundo lugar, y aún más ambicioso, las grandes instituciones deben ser desmanteladas, para que no sean “demasiado grandes para fracasar” o, según la expresión de Yaga Venugopal Reddy, ex gobernador del Banco de la Reserva de India, “demasiado poderoso para ser regulados”.
Sin embargo, la re-regulación está siendo bloqueada en Estados Unidos y Europa como resultado de la captura de los poderes Legislativo, Ejecutivo y hasta Judicial de los países por los intereses financieros.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 de la UNCTAD explica que los mercados financieros se suponen necesarios para la movilización de recursos y su asignación eficiente para la inversión productiva. Sin embargo, la dura realidad es que a menudo sirven como un medio de especulación y acumulación financiera sin que contribuyan directamente al desarrollo económico y la mejora de las condiciones de vida.
Pero una nueva regulación por sí sola no será suficiente para evitar las repetidas crisis financieras y hacer frente a un sector bancario altamente concentrado y de gran tamaño, dominado a nivel mundial por un pequeño número de instituciones gigantescas. E incluso si el sector llegara a ser mejor regulado y menos propenso a crisis, no hay garantía de que sea capaz de impulsar el crecimiento y el empleo, sobre todo en países de bajos ingresos, o que otorguen crédito más accesible a las pequeñas y medianas empresas o a la población en general.
Entre los aspectos beneficiosos de los bancos estatales, la UNCTAD destaca su capacidad de recuperación demostrada en un contexto de crisis y su papel para compensar la contracción del crédito que resulta de la crisis. Un segundo aspecto es que proveen acceso a los servicios financieros a más gente y que apoyan actividades que aportan más beneficios sociales que las apoyadas por bancos privados. Por último, también pueden ayudar a promover la competencia en situaciones de oligopolio de la banca privada.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 nota que a pesar de las privatizaciones en gran escala durante la década de 1990, los bancos estatales siguen desempeñando un papel importante en muchos países. En 2003, este tipo de bancos representaron el treinta por ciento en las economías en transición, más del veinte por ciento en África y un poco menos del veinte por ciento en América Latina. Pero hay grandes variaciones dentro de cada región. En Argentina y Brasil, por ejemplo, casi un tercio de los activos bancarios están en los bancos estatales.
Además, bajo ciertas circunstancias, los bancos cooperativos y comunitarios de desarrollo también pueden ser un componente importante de la reestructuración del sector bancario. Durante la crisis financiera global, las cajas de ahorros pequeñas, como la Sparkassen en Alemania, no tuvieron que recurrir al apoyo de los bancos centrales o del Tesoro Público.
El Informe sobre Comercio y Desarrollo 2011 de la UNCTAD cita varios ejemplos de bancos de propiedad pública en Europa y el mundo en desarrollo que han tenido éxito y no han necesitado ayuda o garantías de los contribuyentes.
Pero tal vez un ejemplo aún más importante sea el Bank of North Dakota (BND), una institución de propiedad estatal en el corazón de Estados Unidos. Ellen Brown, autora del libro La telaraña de la deuda, muestra cómo el “milagro económico” de Dakota del Norte -una tasa de desempleo del 3.3 por ciento, en contraste con más de nueve por ciento en el conjunto de Estados Unidos, y el ritmo más rápido de crecimiento del empleo- no se debe a su sector petrolero, como erróneamente afirma el New York Times, sino a su banco estatal.
*Editor emérito de South-North Development Monitor (SUNS). Escribe desde Ginebra.
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