Inconformismo y creatividad


Por Boaventura de Souza Santos


Hoy en día, es algo consensual que el capitalismo necesita adversarios creíbles que actúen como correctivos de su tendencia a la irracionalidad y la autodestrucción, derivada del impulso por volver funcional o destruir todo lo que pueda interponerse en su inexorable camino hacia la acumulación infinita de riqueza, por más antisociales e injustas que sean las consecuencias. Durante el siglo XX este correctivo fue la amenaza del comunismo y fue a partir de ella que en Europa se construyó la socialdemocracia (el modelo social europeo y el derecho laboral). Extinguida esta amenaza, no ha sido posible hasta ahora construir otro oponente creíble a escala global.

Durante los últimos treinta años, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, las agencias de calificación de riesgo y la desregulación de los mercados financieros han sido las manifestaciones más agresivas del impulso irracional del capitalismo. Han aparecido adversarios creíbles a escala nacional (muchos países de América Latina) y, siempre que esto ocurre, el capitalismo recula, recupera una cierta racionalidad y reorienta su impulso irracional hacia otros espacios. En Europa, la socialdemocracia comenzó a desmoronarse el día de la caída del Muro de Berlín. Como hasta ahora no ha sido posible reinventarla, el FMI interviene hoy en Europa como en su propia casa.

¿Podrá surgir en Portugal algún adversario creíble capaz de impedir que el país sea llevado a la bancarrota por la irracionalidad de las agencias de calificación de riesgo empeñadas en crear la realidad que sirve a los intereses de los especuladores financieros que las controlan con el objetivo de saquear nuestra riqueza y devastar los cimientos de la cohesión social? Es posible imaginar dos maneras por las que puede surgir este adversario. La primera es la vía institucional: líderes democráticamente elegidos alcanzan el consenso de las clases trabajadoras (en contra de los medios de comunicación conservadores y los economistas autorizados) para cometer un acto de desobediencia civil frente a los acreedores y el FMI, soportan la turbulencia creada y relanzan la economía del país con mayor inclusión social. Esto es lo que hizo Néstor Kirchner, Presidente de Argentina, en 2003. Se negó a aceptar las condiciones de austeridad impuestas por el FMI, estaba dispuesto a pagar a los acreedores sólo un tercio de la deuda nominal, obtuvo un préstamo de tres billones de dólares de Venezuela y situó al país en un proceso de crecimiento anual del 8% hasta 2008. Fue considerado un paria por el FMI y sus agentes. Cuando murió, en 2010, el mismo FMI, con una hipocresía asombrosa, lo elogió por la valentía con la que asumió los intereses del país y reactivó la economía.

En Portugal, un país integrado en la Unión Europea y con líderes entrenados en la ortodoxia neoliberal, no es creíble que el adversario acreditado pueda emerger por la vía institucional. El correctivo tendrá que ser europeo y Portugal perdió la esperanza de esperarlo cuando el Partido Social Demócrata (PSD), de manera irresponsable, antepuso los intereses partidistas a los intereses del país.

La segunda vía es la extrainstitucional y consiste en la rebelión de los ciudadanos disconformes con el secuestro de la democracia por parte de los mercados financieros y con la caída en la miseria de quienes ya son pobres y en la pobreza de quienes no eran ni pobres ni ricos. La rebelión ocurre en la calle, pero trata de presionar a las instituciones para que devuelvan la democracia a los ciudadanos. Esto es lo que está pasando en Islandia. Disconformes con la conversión de la deuda de los bancos privados en deuda soberana (lo que sucedió con nosotros con el escandaloso rescate del Banco Portugués de Negocios), los islandeses se han movilizado en las calles, han exigido una nueva Constitución para defender el país de los aventureros financieros y convocado un referéndum en el que el 93% se manifestó en contra del pago de la deuda. El Parlamento trató de recuperar la iniciativa política, suavizando las condiciones del pago, pero los ciudadanos resolvieron volver a organizar un nuevo referéndum, a celebrar el 9 de abril [1]. Para forzar a los islandeses a pagar lo que no deben, las agencias de calificación están utilizando contra ellos las mismas técnicas de terror utilizadas contra los portugueses. En nuestro caso se trata de un terror preventivo ya que los portugueses aún no se han rebelado. ¿Lo harán alguna vez?

Notas:

[1] En el referéndum nacional del 9 de abril volvió a ganar el no de los islandeses a los acuerdos negociados para el pago de la deuda. (N. del T.)

Artículo original del 6 de abril de 2011.

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