El insostenible sistema chino

 Por Nouriel Roubini *





En China, la economía está recalentándose, pero estoy convencido de que a medio plazo el exceso de inversión resultará deflacionario tanto a nivel doméstico como global. Una vez que el aumento de inversión en activos tangibles se vuelva imposible -lo más probable es que sea después de 2013-, China estará preparada para una recesión.
Si continúa el camino marcado por el crecimiento inversor, se exacerbará ese visible exceso de capacidad industrial, inmobiliaria y de infraestructura. Creo que esta dicotomía entre las presiones de alto crecimiento de la inflación de los próximos años y el hecho de que el crecimiento esté golpeando un muro en la segunda mitad del quinquenio es bastante más importante que el actual foco de atención de un "aterrizaje suave" en medio de un crecimiento de dos cifras.
A pesar de la retórica política acerca de elevar la cuota de consumo del PIB, el camino de menor resistencia es el statu quo. Los detalles del nuevo plan quinquenal revelan una dependencia continuada en inversión, incluyendo la vivienda pública, para apoyar el crecimiento, en vez de una revisión impositiva, transferencias fiscales sustanciales, liberalización del sistema de registro de la propiedad o una menor represión financiera. Ningún país es tan productivo como para tomar el 50% del PIB y reinvertirlo en nuevo en capital social sin encarar una masiva sobrecapacidad y un problema de mora en los créditos.

Infraestructuras sin usuarios

En China abunda la inversión en capital tangible, en infraestructuras y propiedades. Resulta evidente en los flamantes aeropuertos vacíos y trenes bala (que reducirán la necesidad de los 45 aeropuertos planificados), las autopistas a ninguna parte, los nuevos y gigantescos edificios gubernamentales, las ciudades fantasma y los recién terminados hornos de fundición de aluminio que se mantienen cerrados para prevenir el hundimiento de los precios globales.
Llevará dos décadas de reformas cambiar el estímulo a la sobreinversión. Las explicaciones tradicionales a la alta tasa de ahorro (la falta de una red de seguridad social, la limitación de los servicios públicos, el envejecimiento de la población, el subdesarrollo de la financiación al consumidor, etc.) sólo son una parte del rompecabezas, el resto es la cuota inferior al 50% del PIB del sector de los hogares.
Varias políticas han conducido a una ingente transferencia de ingresos desde los hogares, políticamente débiles, a las empresas, políticamente fuertes: una divisa débil encarece las importaciones, las bajas tasas de interés para los depósitos y los bajos tipos para el crédito a empresas y promotores que equivalen a un impuesto sobre el ahorro, y la represión laboral ha ocasionado que los sueldos hayan crecido mucho menos que la productividad.
Para suavizar esta represión de los ingresos domésticos, China necesitaría una revalorización más rápida del tipo de cambio, una liberalización de los tipos de interés y un incremento más fuerte en el crecimiento salarial. Debe privatizar sus empresas estatales, de forma que los beneficios se tradujeran en ingresos para los particulares y/o obtener masivos beneficios a través de los impuestos sobre las empresas de propiedad estatal y luego transferir estos recursos fiscales al sector doméstico.

Nouriel Roubini, presidente de RGE y profesor de NYU. *

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