“La ola especulativa con derivados financieros de materias primas dispara los precios de los alimentos”
Entrevista al economista jefe de la UNCTAD
En esta interesante y oportuna entrevista concedida por Heiner Flassbeck a la revista alemana Focus, el economista en jefe de la UNCTD (Conferencia de las NNUU para el comercio Mundial y el Desarrollo) sostiene que la causa principal del alza mundial de precios de los alimentos es la especulación en los mercados financieros de futuros. Flassbeck invita a ver también a través de ese prisma los recientes sucesos de Egipto, y como en la ola especulativa de 2008, ve dibujarse de nuevo en el horizonte masivas revueltas por hambre en todo el mundo.
Señor Flassbeck, ¿hasta qué punto es peligrosa la acelerada subida de los precios de los alimentos?
Tan peligrosa como en 2008, cuando estallaron en algunos países desórdenes considerables. Y la causa central es siempre la misma: la especulación.
La cosa está bajo discusión…
Nadie puede discutir seriamente que desde marzo de 2009 comenzó a hincharse en todos los mercados financieros una nueva burbuja. Los precios de los alimentos, que se comercian en mercados de futuros, se mueven simultáneamente con los de las acciones, las divisas o el petróleo. Pero una correlación tan alta sólo la pueden tener los títulos de los mercados financieros; de modo que los elevados precios de la soja o del trigo son una consecuencia de las inversiones especulativas.
En 2008, el Congreso norteamericano investigó la sospecha de que los comerciantes con títulos de petróleo empujaban al alza los precios. Pero al final, no se hallaron pruebas…
Había mucho indicios. Investigaciones llevadas a cabo por mi organización, la UNCTAD, muestran concluyentemente el efecto de la especulación sobre los precios de las materias primas. ¿Por qué, si no, habría de evolucionar el curso cambiario del real brasileño –la moneda en que se comercian materias primas agrícolas como la soja— de un modo casi paralelo al del precio del petróleo?
¿Y a qué conclusiones llegan sus estudios?
Muestran que los mercados de materias primas se anticipan incluso al auge de coyuntura. Los precios, así pues, no suben porque haya más demanda concreta. En la esperanza de una mayor demanda futura, se suben todos de consuno al ascensor.
En las bolsas, para todo comprador tiene que haber un vendedor: no puede ser que sólo con eso suban los precios.
En los mercados, todos los jugadores disponen de la misma información, se forman rebaños gigantescos. Si una muchedumbre tal se lanza hacia una materia prima o hacia un derivado, monta el precio. De aquí que el rebaño pueda generar su propia ganancia: una profecía autocumplida.
En China impera la sequía, y está amenazada la mayor cosecha de trigo del mundo. ¿Qué papel desempeñan los cuellos de botella?
En todos los mercados hay shocks de corto plazo. Pero nadie se molesta en comprobar qué peso cuantitativo tiene eso. Usted no puede explicar una carrera de tres años de duración con perturbaciones climáticas. La verdadera causa son los especuladores financieros.
¿Por qué resultan tan interesantes el azúcar o el trigo?
La toma de control de los mercados de materias primas por parte de los ingenieros de las finanzas empezó hace cuatro cinco. En aquel momento, los bancos de inversión buscaban formas de depósitos que no evolucionaran al mismo paso que las acciones.
Eso suena razonable…
Pero la consecuencia absurda de eso es que hoy los precios de las materias primas agrícolas más importantes marchan en paralelo con otros títulos financieros. Fluyen sumas increíbles de dinero hacia los mercados de mercancías a término. Lo fatal es que esas señales emitidas por los mercados virtuales de futuros determinan los precios de los mercados físicos presentes.
¿Se puede distinguir todavía entre mercados físicos y mercados financieros? Los bancos han llegado entretanto a poseer contenedores y almacenes.
Algunos comerciantes restringen la oferta, para influir en el mercado. En 2010, un fondo hedge de cobertura británico compró casi todo el cacao almacenado en Europa. Que la mercancía se eche luego a perder es lo de menos; casi da lo mismo. El dinero de verdad se gana en el mercado financiero.
¿Estamos, pues, ante una crisis alimentaria que, como en Egipto, hará caer regímenes políticos?
No vivimos eso por primera vez. Ya en 2008 nos arrolló una ola especulativa que llevó a hambrunas y revueltas. El problema es: la mentalidad de casino se ha apoderado de centenares de mercados distintos, el grueso de los cuales se desploma simultáneamente. No sólo observamos robustas correlaciones en distintos escenarios aislados, sino en el conjunto de las clases de los distintos activos. Divisas, acciones, materias primas, bienes raíces, todo se mueve uniformemente, porque todos disponen de las mismas informaciones.
¿Hasta cuándo seguirán subirán los precios?
El rebaño cambiará de dirección, esos incrementos en el petróleo y en los productos agrícolas no serán duraderos.
La producción alimentaria tiene que incrementarse un 70% de aquí a 2050 para poder mantener el ritmo del creamiento demográfico. ¿Podrá alimentarse la humanidad a la larga?
El problema mucho más inmediato es que los mercados de materias primas agrícolas no pueden encontrar ya precios adecuados, porque han sido pervertidos por aventureros financieros. Además, claro está, hay desafíos de futuro. La humanidad no puede crecer eternamente. Pero eso no explica por qué de la noche a la mañana se han doblado los precios del trigo o de la soja.
¿Cuál es para usted la solución?
El Congreso de los EEUU ha propuesto la separación entre quienes comercian con bienes físicos y los especuladores con derivados financieros. Además, debería limitarse la altura de las apuestas y prohibirse el comercio fuera de las bolsas. Al final, lo que está en cuestión es lo siguiente: ¿debe o no intervenir la comunidad internacional, a fin de restar presión a las burbujas de materias primas antes de que sea demasiado tarde?
¿Debe?
¡Claro que sí: esto no puede ser un tabú! Ni siquiera los fanáticos de la economía de mercado deberían consentir que los precios se desacoplen completamente de la oferta y la demanda en los mercados físicos.
Heiner Flassbeck (Birkenfelde/Nahe, Alemania,12 de diciembre der 1950) fue entre octubre de 1998 y abril de 1999 secretario de estado en el ministerio federal de finanzas de Oskar Lafontaine. Desde el año 2000 trabaja como economista en la UNCTD (Conferencia de las NNUU para el comercio Mundial y el Desarrollo), y desde 2003 es el economista en jefe.
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