La década perdida de la vivienda en EEUU


Las perspectivas del mercado inmobiliario de Estados Unidos siguen siendo sombrías. Algunos analistas ya sitúan la recuperación dentro de diez años, recuperación que en algunas zonas podría retrasarse hasta más allá de 2030.
En 2005, ciudades como Cleveland, Detroit o Buffalo estaban floreciendo. Pero la burbuja inmobiliaria las ha crujido, literalmente, y ahora se disputan el dudoso honor de ser los lugares del país con el mercado inmobiliario más deprimido.
Celia Chen, analista inmobiliaria de Moody's Analytics, asegura que "la burbuja causó demasiada inversión en estos mercados". "Todo está colapsando debido a la recesión y la sobrevaloración", declara a CNNMoney.
Sus estimaciones para otras ciudades no son mucho más halagüeñas. En Las Vegas, por ejemplo, el precio de la vivienda no volverá a máximos anteriores a la crisis en 2032, en Phoenix será en 2034 y en Salinas, California, se llegarán a esos niveles en 2038. Y eso teniendo en cuenta los precios, nominales, ajustados a la inflación, la recuperación de los precios llevará más tiempo.

Exceso de oferta

"Las economías estaban muy ligadas a la construcción residencial", explica la experta. "Ahora, hay un exceso de oferta inmobiliaria y esa parte de la economía no volverá durante un largo periodo de tiempo". Eso sí, Chen puntualiza que es imposible dar una fecha exacta, ya que depende del conjunto de la economía y otros factores.
Para los mercados que no vivieron burbujas similares, como Pittsburgh, Syracuse y Rochester, Chen espera que en unos tres años los precios vuelvan a sus niveles habituales.

Recuperación de los precios en 2020

Para las grandes ciudades que vieron incrementos de precios grandes en el mercado de la vivienda, la recuperación se situará entre ambos extremos: Washington recuperará máximos en 2025, Boston y Chicago en 2019 y Nueva York en 2021.
"A nivel nacional en conjunto, esperamos que los precios de la vivienda de EEUU se hayan recuperado en 2021", aseguró la experta inmobiliaria de Moody's.

FUENTE  :  EL ECONOMISTA.ES

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