EEUU: el problema económico fundamental

Hay un punto crítico que mucho me temo pasa completamente desapercibido al comentariado. En mis momentos más negros, me temo que también pasa desapercibido a algunos de mis colegas economistas, pero dejaré aquí eso de lado.

Obsérvense los dos gráficos que siguen, que ilustran muy bien el problema fundamental de los EEUU de hoy:



Gráfico 1: Evolución de la tasa de utilización de las capacidades productivas en EEUU (1965-2010). Las áreas sombreadas corresponden a períodos de recesión.



Gráfico 2: Evolución de la tasa de desempleo en EEUU (1968-2010). Las áreas sombreadas corresponden a períodos de recesión.

Tenemos una bajísima utilización de capacidades (75%) y un elevadísimo desempleo (10%).

Es decir, tenemos fábricas ociosas por falta de trabajadores (baja utilización de capacidades), y al propio tiempo, tenemos trabajadores ociosos por falta de fábricas (elevado desempleo).

Hay máquinas esperando a trabajadores que las hagan funcionar y hay trabajadores esperando el trabajo necesario para hacerlas funcionar; pero no se encuentran. El mercado de trabajo no se equilibra.

Es un jodido desastre.

Ya me disculparán por el lenguaje, pero tienen ustedes que entender que eso es una enormidad. No una enormidad como la de que el GOP [Great Old Party, el “viejo gran partido”, como suele llamarse al Partido Republicano de los EEUU; T.] desprecie los bienes públicos, o como que el Partido Demócrata no entienda el problema de los incentivos. O cualquier otro debate secundario que pudiera llegar a interesarnos en otros momentos.

Porque de lo que se trata es de un fallo de nuestras instituciones básicas en el mundo de la producción. La tarea del mercado hacer que se encuentren gentes que quieren comprar y gentes que quieren vender a fin de producir valor. Y eso no ocurre. Resultado: un volumen de valor que monta literalmente billones de dólares deja de ser producido.

Se me permitirá repetirlo, porque creo que no se aprecia lo bastante esta enormidad: un valor cuyo montante son literalmente billones de dólares deja de ser producido. No mal asignado. No gastado en programas que ustedes pudieran desaprobar, no redistribuido mediante recortes fiscales que a ustedes no les gustan. Deja de producirse valor por un montante de billones de dólares. Un montante de valor que se desvanece por completo. Nunca se dispondrá de él, nadie, en parte alguna, en ningún momento. Una pérdida dura y pura.

Oigo una y otra vez a gente hablando de las recesiones como si de una mala cosecha se tratara: un suceso desdichado al que debemos acomodarnos con menos. Algunos dicen que todos deberíamos sacrificarnos; algunos, que el sacrificio debería recaer sobre todo en X o en Y. Algunos dicen que cada familia debería amoldarse a lo que le venga en suerte.

Sin embargo, la idea de fondo que todos ellos comparten anda errada. No es una mala cosecha. El problema no es que haya menos con que arreglárselas. El problema es que estamos creando menos, construyendo menos, fabricando menos.

Tenemos a gente que querría trabajar pero que están mirando telenovelas. Tenemos máquinas que podrían estar tejiendo pero que se están literalmente oxidando por falta de uso. Es un desastre de coordinación.

La cuestión es cómo poner fin a eso lo más rápidamente posible. Cómo dejamos de desperdiciar nuestros recursos básicos (hombres y máquinas) día tras día, mes tras mes, año tras año.

Cuando oigo esa deriva argumental que lleva a criticar a los Republicanos porque no aprecian el valor de las infraestructuras se me ponen los ojos chiribitas. ¿Ahora toca eso? Es como estar viendo escurrirse por el molturador el núcleo mismo de la economía… ¡e insistir en la reparación de un bache!

Cuando escucho al GOP decir algún sinsentido sobre cómo el asistencialismo de Obama atemoriza a la pequeña empresa, me tiraría por la ventana. ¡Déjenlo ya! Hay asuntos reales que precisan ser abordados urgentemente.

Tal vez haya gente deseosa de explicarme que lo que parece un fallo masivo del mercado es en realidad otra cosa: un desencuentro en las y calificaciones, un gran reajuste, ¡qué sé yo! Estoy dispuesto a entrar en ese debate.

Con quienes coinciden en que esto es el resultado de una demanda agregada insuficiente, podemos debatir sobre los medios más prontos a incentivar esa demanda: política monetaria agresiva, recortes fiscales a los salarios o cualquiera otra cosa en la que yo no haya caído. Soy todo oídos.

Sin embargo, esos son los límites del desacuerdo racional.

Argumentos laterales que son básicamente batallas camufladas a favor de la propia teoría política no pasan de sadismo tribunicio de tribu. Cháchara y pérdida de tiempo mientras Roma está ardiendo.

AUTOR : Karl Smith
FUENTE : SIN PERMISO

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