Los riesgos que aún rodean a la economía de EE.UU.



Frank Salvatierra aún recuerda el sabor amargo que sintió cuando le informaron que estaba despedido. El joven ejecutivo de un pequeño banco de Florida ya había visto a varios de sus colegas caer víctimas del paso arrollador de la crisis. Sabía que le podía pasar lo mismo ante el rápido deterioro de las condiciones de negocios. A pesar de ello, se le erizó la piel cuando su jefe le colocó su mano sobre el hombro para hablar con él. “Sabía que estaba a las puertas de un cambio brusco”, dice Salvatierra. “Uno trata de ser optimista en situaciones como estas, pero viendo cómo está todo allá afuera, lo difícil que es conseguir trabajo, sabía que me las iba a ver mal”.
Lo que no se imaginaba, confiesa, es que iba a durar tanto tiempo.
Al cumplir casi 12 meses de su despido, Salvatierra aún no logra conseguir empleo. Se vio obligado a dejar de pagar la hipoteca cuando sus ahorros se agotaron en septiembre, y ahora sólo espera la orden judicial de desalojar la vivienda para irse a vivir, con su esposa y dos hijos pequeños, arrimado con unos familiares.
“Es sorprendente la velocidad con que cambian las cosas”, comenta en un tono de perplejidad triste. “He pasado de almorzar todos los días en los mejores restaurantes, a depender de la ayuda del gobierno para ir al supermercado”.
El ejecutivo es apenas uno de los 3,5 millones de estadounidenses que han perdido sus puestos de trabajo en medio de lo que ha sido descrito como la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Y aun cuando la mayor economía mundial comienza a dar señales de estar nivelándose, muchos economistas advierten que la recuperación marcha a paso lento por un camino repleto de peligros, ensombreciendo los prospectos de Salvatierra de conseguir empleo.
¿Qué tan severos son esos riesgos? Los economistas no logran ponerse de acuerdo del todo. Algunos, los más optimistas, creen que si no se producen nuevas sorpresas, el clima de negocios podría comenzar a dar señales de mejorar para la segunda mitad del año, mientras que otros, los pesimistas, creen que Estados Unidos está en el umbral de un período similar a la Década Perdida, por la que atravesó Japón, o que incluso, la verdadera crisis en realidad no ha comenzado.
Tortuga frágil. David Wyss está entre los optimistas. El jefe de Economistas de Standard & Poor’s dice que el proceso de recuperación ya ha comenzado, aunque admite que es frágil, avanza a paso de tortuga y que podría ser tumbado en cualquier momento por algún evento desafortunado. ¿Qué tipo de evento? “Hay un grupo muy obvio de prospectos”, dice Wyss, quien coloca el riesgo de una recaída en un 20%. “Uno de ellos es los precios del petróleo. Un barril de petróleo a US$ 80 no es gran cosa. Un barril de petróleo a US$ 150, donde se encontraba hace año y medio, podría ser suficiente para empujarnos de regreso a una recesión”.
Otro riesgo proviene del sector financiero, añade. “Si, por ejemplo, colapsa una institución financiera de gran tamaño o si se produce un gran default, quizá en el lado de las emisiones soberanas. Eso podría congelar los mercados financieros, y meternos de nuevo en una recesión”. También está el riesgo político, como la posibilidad de un nuevo conflicto en Oriente Medio, o una guerra comercial, o una agudización de la crisis presupuestaria a nivel estatal en Estados Unidos. En fin, cualquier evento que podría ser asimilado por la economía bajo condiciones normales, pero que ahora –dada su fragilidad– podría reinsertar al país de regreso a una recesión.
Kenneth Goldstein, economista del respetado grupo empresarial The Conference Board, dice que cada día que pasa fortalece los prospectos de la recuperación. “El riesgo sigue estando allí, pero es menor que el que enfrentábamos hace uno o dos meses. Es como un paciente que acaba de salir del quirófano, y aun cuando no está totalmente fuera de peligro, cada día que pasa es menor el riesgo de que sufra una recaída”.
Goldstein añade que los últimos datos económicos dados a conocer apoyan la teoría de que la economía estadounidense comienza finalmente a dejar atrás la tormenta. Ella provocó más de 15 meses consecutivos de contracción económica, ocasionando pérdidas de patrimonio estimadas en más de US$ 11 billones (millones de millones), causando el cierre de decenas de miles de empresas, incluyendo cientos de bancos.
Entre estas señales prometedoras está el anuncio de datos que muestran que la carnicería en el mercado laboral comienza a disminuir, además de un repunte de 2,2% del PIB en el tercer trimestre de 2009 (el último informe que ha sido anunciado) y pequeñas muestras de que el consumidor, que ha estado comiéndose las uñas a lo largo de los últimos dos años, comienza a recobrar parte de su compostura.
El crecimiento del PIB del tercer trimestre, que en parte ha sido atribuido al programa de estímulo implementado por la Casa Blanca, sería acompañado por otro repunte de más de 3% que algunos economistas han pronosticado para el cuarto trimestre, el cual le permitiría a la economía cumplir con el requisito informal para declarar el fin de la recesión.
Y estas expectativas están llevando a un significativo número de economistas a pedir que la Casa Blanca y la Reserva Federal de Estados Unidos, que a lo largo de los últimos años ha mantenido las tasas de interés en muy bajos niveles, comiencen a aplicarles los frenos a las medidas de estímulo, temiendo el resurgimiento de la inflación y un exceso de liquidez que fomente el comienzo de otra burbuja, como la inmobiliaria que desató la crisis.
Otros, en cambio, piensan que el gobierno no les debe hacer caso a esos pedidos. “Eso sería repetir los errores de la Gran Depresión, cuando se pensaba que ya todo había terminado y comenzaron a subir las tasas de interés, provocando una recesión más profunda”, dice Michael Intriligator, profesor de economía de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). “Aunque eso fue lo que sucedió hace más de 70 años, eso sigue siendo verdad hoy”. Paul Krugman comparte la misma opinión. En una columna, el premio Nobel de Economía advirtió que las recesiones en ocasiones registran breves momentos de recuperación terminan siendo sólo “ilusiones estadísticas” provocadas por un breve rebote de los inventarios.
Cuando las economías se estancan, explica, las compañías se encuentran con grandes cantidades de inventarios  y recortan la producción para poder salir de la gran cantidad de productos que han quedado sin vender. Una vez que éstos se agotan, las compañías reanudan la producción, lo cual puede quedar registrado en un fuerte incremento en el PIB. “Desafortunadamente, el crecimiento provocado por el rebote de inventarios es un asunto de una sola vez, salvo que las fuentes fundamentales de la demanda, como el gasto del consumidor y las inversiones de largo plazo, mejoren”, sentencia Krugman.
¿Un túnel largo? Intriligator es de la opinión que el gasto del consumidor, particularmente en momentos en que el desempleo ronda en niveles de 10%, simplemente no está allí como para respaldar el optimismo del presidente Barack Obama, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke y el director del Consejo Nacional de Economía, Lawrence Summers.
“Ellos están tratando de restaurar la confianza, están tratando de defender su labor, pero la verdad es que la situación está empeorando”, dice Intriligator, quien pronostica que la recesión podría durar al menos tres años más. “EE.UU. está atravesando por un proceso similar al que sufrió Japón durante la denominada década perdida, cuando la economía cayó y se mantuvo estancada por muchos años”.
Este tipo de estancamiento, donde podría producirse algún tipo de crecimiento, pero ínfimo, sería producto de la alta tasa de desocupación laboral y el impacto que ésta tiene sobre la demanda interna, renglón que alimenta más de dos tercios de la economía nacional. Ello, a diferencia de países como India y China, donde las exportaciones, no el consumo interno, son el principal motor de la actividad económica.
Por otro lado, los economistas también muestran preocupación por las crisis fiscales que la mayoría de los Estados están sufriendo. De agravarse, esta situación tiene el potencial de complicar las cosas aún más, ya que los Estados se verían obligados a recortar aún más los servicios que prestan, acentuando las filas de desempleo.
Peter David Schiff, autor y presidente de la firma de corredores Euro Pacific Capital, piensa que la situación en realidad es mucho peor de la que describe Intriligator debido a que a este escenario desalentador hay que sumarle el riesgo que representa la alta dependencia del país del financiamiento externo y la posibilidad de que los inversionistas extranjeros –incluyendo los gobiernos de China, Japón y varios países extranjeros– pierdan súbitamente la confianza en la capacidad de pago de Estados Unidos.
“El problema es que gran parte de lo que nosotros consideramos que es crecimiento económico en este país en realidad no lo ha sido”, dice Schiff, quien ganó notoriedad en Estados Unidos al ser uno de los pocos economistas que advertían que la economía se dirigía a una crisis durante los tiempos de auge. “Nosotros simplemente hemos gastado mucho dinero que no teníamos y pedimos mucho dinero prestado para hacerlo. Y eventualmente, todo esto tiene que colapsar porque no puedes tener una economía construida sobre este tipo de consumo”.
Colapso monetario. “Hay un límite sobre la cantidad de dinero que podemos pedir prestado, particularmente cuando no se puede repagar. Hay un límite a la cantidad de dinero que el mundo nos va a prestar debido a la misma razón, es como una economía de burbuja, es una economía artificial y lo que el gobierno está tratando de hacer es evitar que pierda el aire, está tratando de soplar más aire adentro”, dice Schiff.
Bajo este escenario, que Schiff cree que podría ocurrir en cualquier momento en los próximos dos años, la crisis provendría a través de un ataque sobre el dólar.  “El dólar va a comenzar a retroceder y lo que inicialmente podría presentarse como un retroceso ordenado del dólar eventualmente podría convertirse en una caída desordenada conductora al pánico y al colapso financiero”.
Eso dicho, son pocos los que coinciden en que Estados Unidos está próximo a repetir la historia de Indonesia, Corea, Hong Kong, Tailandia y Filipinas durante la crisis asiática, y muchos creen que los últimos acontecimientos apuntan que, después de dos años y medio de contracción, la recuperación económica finalmente comienza a tomar forma.
Eso sí, todos señalan que incluso bajo el mejor de los escenarios el camino por delante sigue siendo duro y que tomará aún mucho tiempo para que la economía estadounidense logre correr todos los desequilibrios que condujeron a la crisis.
“Estamos en el cuarto de recuperación, pero tenemos un largo camino por delante”, dice Goldstein. “Cuando se tiene un episodio cardíaco de esta magnitud, uno no puede esperar que estará jugando tenis al cabo de dos días”.

AUTOR : ANTONIO MARIA DELGADO
FUENTE : AMERICA ECONOMIA

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