De Eton a Downing Street

El peculiar uniforme que visten los estudiantes de Eton, frac y chaleco negro, y camisa y corbata blancas, contrasta con el atuendo de cualquier joven del siglo XXI. Desde 1964, cuando el último de los 18 ex alumnos de Eton que han ocupado el cargo de primer ministro británico abandonó Downing Street, entre los británicos domina la sensación de que la institución es un anacronismo elitista, precisamente por ese motivo.

No obstante, a medida que se acercan las elecciones, los sondeos de opinión reflejan que la mayoría de la sociedad británica podría volver a elegir a un ex alumno de Eton por primera vez en 50 años. David Cameron, el carismático político que dirige la oposición desde el partido conservador desde 2005, encaja con el perfil de antiguo estudiante del colegio más elitista del mundo, fundado en 1440 por Enrique VI para ofrecer educación gratuita a setenta estudiantes pobres.
El líder del partido conservador, de 43 años, siempre ha intentado restar importancia a su paso por Eton y a cualquier vestigio de persona privilegiada, asegurando que “lo que importa es hacia dónde nos dirigimos, no el lugar de donde procedemos”. No obstante, en muchos aspectos, Cameron encarna a la clase alta más exclusiva. Nacido en una familia adinerada, después de disfrutar de una infancia y de una formación académica privilegiadas, contrajo matrimonio con una aristócrata. Incluso antes de iniciar sus estudios en Eton, el político ya se relacionaba con la élite del país.
En su ofensiva contra el político, el primer ministro británico, Gordon Brown y su partido Laborista han utilizado el pasado de Cameron, estrategia que los medios de comunicación han denominado “guerra de clases”. El plan del partido conservador de eliminar el impuesto sobre sucesiones, medida que favorece a las clases pudientes, se “diseñó en un patio de Eton”, aseguró Brown en diciembre. Desde entonces, repite siempre que puede que los conservadores viven al margen de la realidad de las clases medias.
Determinado sector de la prensa también ha arremetido contra el perfil del político. Hace poco, un columnista de “The Times” declaraba que, para Cameron, Eton era “la peor palabra que podía oír”. Un reportaje sobre alimentación de un suplemento dominical incluía una foto de Cameron y su mujer con el siguiente titular: “¿Demasiado pijos para comer?”.
En los últimos cincuenta años, los antiguos alumnos de Eton han estado al margen de la política, hecho que se refleja en la evolución del país. Cuando abandonó Downing Street en 1964, Sir Alec Douglas-Home era el tercer ex alumno consecutivo de Eton en ocupar el cargo de primer ministro del país y la sociedad estaba claramente dividida entre los laboristas, que representaban a la clase obrera, y los conservadores, que defendían los intereses de la élite.
No obstante, a los dos políticos británicos más importantes de los últimos treinta años, Margaret Thatcher y Tony Blair, se les reconoce el mérito de haber sido capaces de superar la división de clases. En el caso de Thatcher, aunque ahora ostente el título de baronesa, todo el país sabía que era hija de un tendero y que asistió a un colegio público. Blair, por su parte, estudió en Fettes, una escuela privada que a veces se ha llegado a comparar con el “Eton del Norte”.
Aunque para un extranjero, Reino Unido puede parecer un país obsesionado con las clases sociales, parte de su población está muy concienciada con la desigualdad y la movilidad social. Lo que todavía se desconoce es si las críticas a Cameron han hecho mella entre la clase media con aspiraciones, de cuyo apoyo puede depender su victoria. The Financial Times Limited 2010. All Rights Reserved.
Andrew Cooper, director de la firma de sondeos Populus, asegura que la trayectoria de Cameron tiene “un impacto muy inferior [entre los votantes] de lo que cabría suponer. La mayoría de los ciudadanos creen que los diputados han asistido a colegios elitistas”.
Además, durante sus casi cinco años como líder de la oposición, Cameron ha conseguido alejarse en cierta medida de esa imagen de miembro de la clase alta. Al igual que hizo Blair con los laboristas a mediados de los 90, se ha esforzado por “modernizar” su partido y por aparecer como un conservador compasivo, movido más por el pragmatismo y la experiencia personal que por la ideología.
Aboga por reducir el Gobierno y los miembros de su partido se han comprometido a recortar un déficit presupuestario, que en la actualidad registra máximos históricos en tiempos de paz, cerca de un 12% del producto interior bruto. No obstante, ha prometido seguir financiando el Servicio Nacional de Salud. Aunque las encuestas le otorgan una cómoda victoria, Byron Criddle, coautor del Almanac of British Politics (Almanaque de la Política Británica), asegura que, en el caso de que gane, es probable que Cameron se rodee de menos compañeros de clase que sus predecesores de Eton.
Si el Partido Conservador se asegura los 326 escaños que necesita para obtener la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, posiblemente 20 de ellos los ocupen antiguos alumnos de Eton. Sería la menor proporción de la historia, 73 escaños menos que la última vez que un alumno de Eton fue elegido primer ministro.
“Hay cierto simbolismo en Eton. Pero la realidad es distinta ahora”, explica Criddle. La nueva clase de estudiantes de Eton probablemente cabría “en no más de tres taxis”, en lugar del autobús de dos pisos que habría sido necesario en los días del último primer ministro de Eton. “Eso suponiendo que alguno de ellos montara alguna vez en autobús”, añade.

Shawn Donnan 
FUENTE : FINANCIAL TIMES

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