El BCE oculta los datos de la deuda griega


En algún lugar recóndito del poderoso Banco Central Europeo hay un dato que los inversores pagarían muchos euros por conocer: el volumen de bonos del Tesoro griego que están ahora bajo su custodia, después de que los bancos europeos los depositaran allí.

Lamentablemente, el BCE cree que esta cifra es demasiado “delicada” para hacerla pública. No obstante, a medida que crecen los temores sobre un aumento del riesgo soberano, los datos que permanecen ocultos cobran cada vez más importancia.
El jueves, la rentabilidad de los bonos griegos se disparó, después de que Moody’s advirtiera de que, al igual que Standard & Poor’s, no tardaría en rebajar la calificación de la deuda griega. Sin ir más lejos, la rentabilidad de los bonos griegos a dos años aumentó el jueves 74 puntos básicos, hasta alcanzar el 6,4%.
Además de la sorprendente oscilación de los precios, cabe destacar que ésta tuvo lugar en los mercados secundarios. A pesar de toda la atención que ha acaparado últimamente la deuda soberana, según los operadores, la liquidez de los mercados secundarios de bonos griegos, junto con la de otros países como Portugal, había sido exigua últimamente. Eso, a cambio, ha provocado una mayor volatilidad de los precios, como ocurrió el jueves tras conocerse el comunicado de Moody’s.
¿Cómo se explica ese cambio? Uno de los motivos evidentes es que las operaciones en bonos de los más pequeños de la eurozona han sido muy numerosas, debido al nivel de fragmentación de la deuda de la zona euro en su conjunto. Otro problema fundamental es que muchos inversores son ahora víctimas de una fuerte sensación de incertidumbre, al no saber interpretar las señales que llegan de la eurozona.
Hace un par de años, casi nadie habría imaginado que la eurozona se plantearía permitir el impago de la deuda griega. No obstante, si algo han aprendido los inversores a raíz de la crisis financiera y bancaria es que a veces los peores pronósticos acaban cumpliéndose. De ahí que muchos inversores se hayan quedado paralizados, conscientes de su incapacidad de adelantarse a los acontecimientos.
Sospecho que otro motivo que justificaría esa falta de liquidez está en el propio BCE. Ahora mismo se calcula que los bancos griegos mantienen hasta 37.000 millones de euros de los aproximadamente 270.000 millones de euros de bonos griegos en circulación.
Se cree que los bancos alemanes, como el Landesbank, tienen una cantidad ligeramente inferior, mientras que los franceses controlan también una parte importante de deuda griega. No es descabellado imaginar que muchos, si no la mayoría, de esos bonos están ahora en manos del BCE.
Después de todo, las operaciones de reporto del BCE consisten fundamentalmente en permitir que los bancos transformen un activo arriesgado, como los bonos griegos, en uno más seguro, como el euros. Eso, a cambio, significa que los bancos tienen ahora menos cantidad de bonos griegos para prestar a los hedge fund o a otros operadores. Esto tiene consecuencias importantes. En los últimos días, los líderes de Alemania y Francia han lanzado una advertencia sobre las posibles restricciones a los CDS soberanos, asegurando que estos mercados han enviado señales alarmistas.
No obstante, aunque estas quejas sobre el comportamiento del entorno de los CDS se correspondan con la realidad, la falta de liquidez de los mercados de bonos del Tesoro hace que esos mercados no sean un indicador de precios infalible. Eso significa que los inversores y los políticos deberían estar atentos a la liquidez y a los mercados de derivados, ambos distorsionados.
Otra cuestión que plantean las reservas de bonos griegos del BCE es quién puede sentirse tentado a comprar esta deuda a partir de ahora. En los últimos años, los bancos europeos se conformaban con mantener deuda griega para utilizarla en las operaciones de reporto con el BCE. No obstante, si las agencias de calificación crediticia siguen rebajando la calificación de la deuda griega, es probable que estos bonos pierdan todo su atractivo a finales de este mismo año. Eso, sumado al hecho de que muchos bancos europeos están recortando los límites de sus créditos a Grecia, podría afectar al apetito de los bancos.
Algunos operadores esperan, o rezan, para que las gestoras de activos intervengan para cubrir este vacío. Después de todo, Grecia estudia una nueva emisión de 10.000 millones de euros para la próxima semana. La actual rentabilidad de la deuda griega parece bastante tentadora, al menos para los inversores, que no creen que Grecia esté a punto de entrar en quiebra. (Personalmente creo que es bastante improbable que eso ocurra, ya que muchos bancos y aseguradoras alemanes tienen deuda griega, uno de los principales motivos por el que Alemania acudiría a su rescate).
No obstante, dado que el futuro de Grecia parece incierto, y debido a la escasa liquidez de los mercados secundarios, no está claro si a los inversores del sector privado les quedarán ganas de comprar bonos griegos. Si la subasta de la semana que viene no tiene éxito, cabe la posibilidad de que se produzca un rescate público. Atenas es, en estos momentos, el centro de todas las miradas, también de los burócratas anónimos de Fránkfurt.

Gillian Tett 
FUENTE : FINANCIAL TIMES

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