Los responsables de la Reserva Federal no vieron la gravedad de la crisis
Por Sandro Pozzi
EL PAIS
Lo evidente está por escrito. Los responsables de la Reserva Federal no vieron la gravedad de la crisis que se fraguaba en el sector financiero, como revela, cinco años después, la transcripción de las reuniones que la autoridad monetaria celebró en 2007. O al menos no reconocieron la amplitud del seísmo global que provocó el derrumbe de Lehman Brothers en otoño de 2008 y una crisis financiera y económica de enormes proporciones.
Ben Bernanke, su presidente, ya se encargó de restar dramatismo en sus intervenciones públicas de la época a los problemas que empezaron a aflorar en Bear Stearns, la entidad que meses después tuvo que ser rescatada por JP Morgan Chase con su asistencia. No era un intento por calmar los ánimos. El documento muestra que estuvieron más que lentos al ver lo que pasaba.
Es más, se hablaba en las reuniones de crecimiento moderado y de que lo peor se estaba dejando atrás cuando se referían a la marcha del mercado inmobiliario, donde la corrección de precios ya había comenzado en el verano de 2006. Lo que no fueron capaces de ver a tiempo es que las hipotecas basura habían intoxicado los balances de los grandes bancos del mundo.
“Básicamente, lo que creo que está sucediendo en cierta forma es algo muy bueno: nos preocupaba que los mercados eran demasiado optimistas, que había demasiada opacidad y que la gente no se preocupaba por ello. Ahora, de hecho, están preocupados, y creo que es fundamentalmente una situación saludable”, señalaba el consejero Frederic Mishkin en la reunión de agosto de 2007 en relación con las hipotecas basura.
En agosto, los mercado ya habían pedido un recorte del precio del dinero, en el 5,25%, para que no se viniera abajo el crédito. Los documentos hechos públicos muestran, a partir de las discusiones mantenidas por los miembros de la Fed, que la inflación preocupaba más que un crecimiento más lento.
"El dinero sigue fluyendo"
Timothy Geithner, entonces presidente de la Fed de Nueva York y después convertido en secretario del Tesoro, aseguraba también ese mes que las grandes instituciones de Wall Street estaban bien. “No hay indicios de que estén sufriendo presiones del lado de la financiación”, comentó en una conversación telefónica de emergencia, “el dinero les sigue fluyendo”.En septiembre, la Fed ya operaba en modo de crisis con una primera inyección de liquidez. De acuerdo con las transcripciones, empezaba a estar claro que sí había riesgos para el crecimiento y que si no se procedía pronto a un cambio de política, habría un deterioro rápido de la economía real. Así lo expuso, por ejemplo, Sandra Pianalto, presidenta de la Fed de Cleveland.
En diciembre, Janet Yellen, de la de Fed de San Francisco, señaló que veía riesgo de un colapso del crédito y una caída en recesión. Con todo, el propio Bernanke aún seguía despistado: “No espero problemas de solvencia entre las grandes entidades financieras”, decía. Al año siguiente quebró Lehman y el Tesoro rescató a buena parte de los grandes bancos.
De no tocar tipos a principios de agosto a rebajarlos al 4,25% en tres saltos para final de 2007. Era solo el comienzo de una acción monetaria que aún perdura y que llevó a una Fed completamente dividida al comienzo de la crisis a movilizar todas su armas convencionales y no convencionales para salvar el sector financiero, estabilizarlo y evitar que la economía cayera por el precipicio.
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