¿Asestará el petróleo el golpe de gracia a la recuperación?
El precio del petróleo ha subido súbitamente –hasta el punto de que los tres dígitos vuelven a estar en perspectiva–. Esta semana alcanzó los 87 dólares el barril, su nivel más alto desde octubre de 2008. La subida sigue a un periodo de ocho meses en el que ha operado entre los 70 y los 80 dólares, una estrecha franja que complacía a los productores sin dañar demasiado a los consumidores.
La causa del último repunte parece haber sido la mejora de la confianza en una recuperación económica global, incluso aunque la mayoría de los operadores y banqueros sigan mostrando prudencia sobre las reglas básicas de la oferta y la demanda. Los bancos más optimistas de Wall Street contemplan nuevos incrementos en el precio. Barclays Capital prevé que alcance los 97 dólares el año que viene, mientras que Goldman Sachs y Morgan Stanley apuestan por 110 y 100 dólares respectivamente.
Pero cuanto más suba el precio, más aumentará la preocupación por la posibilidad de que pueda frenar el crecimiento global. Jeff Rubin, ex economista jefe de CIBC y autor de un libro sobre el petróleo y la globalización, advierte: “Un precio de tres dígitos va a suponer una amenaza para la recuperación mundial”.
El mayor coste del petróleo y otras materias primas clave, especialmente el mineral de hierro y el cobre, podría extenderse a la economía y los mercados financieros, generando potencialmente inflación y obligando a los bancos centrales a subir los tipos de interés desde sus bajos niveles actuales. Esto podría elevar la rentabilidad de los bonos, pero también reducir el atractivo de la renta variable.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que un precio más alto del petróleo beneficie a las acciones energéticas. En el índice S&P 500, el sector de la energía gana sólo un 2,4% este año y apenas mostró registros positivos en el primer trimestre, quedando por debajo de la subida del 6% que acumula el índice en el año. Nicholas Colas, estratega de mercado jefe de ConvergEx Group, señala: “Ante la constante subida del precio del crudo, la exposición de las carteras al sector energético podría convertirse en un factor determinante clave del rendimiento global de las inversiones en el balance de 2010”.
El precio del petróleo alcanzó por primera vez los 100 dólares en enero de 2008, antes de continuar su rápido ascenso hasta registrar su máximo en 147 dólares en julio de ese mismo año. Posteriormente, cayó a un mínimo de 32 dólares en diciembre de 2008, para recuperarse después nuevamente. Ayer, el petróleo operaba en torno a los 85 dólares el barril.
La última subida se debe a un aumento de la demanda de petróleo –como consecuencia de la recuperación global– después de haber sufrido el primer descenso global en un cuarto de siglo. El suministro no es un problema, ya que la OPEP tiene capacidad para aumentar la producción en más de 6 millones de barriles diarios de ser necesario. Una diferencia con respecto al año pasado es que, entonces, el precio del petróleo aumentaba con el telón de fondo de un dólar más débil. Este año, el crudo y el billete verde han subido al unísono.
Los políticos se muestran tranquilos. Los ministros de Energía abogaron la semana pasada en el Foro Internacional de la Energía en México por una menor volatilidad, no unos precios más bajos. En declaraciones esta semana, Lawrence Summers, director del Consejo Económico Nacional, lamentó la dependencia de su país de las reservas de petróleo extranjeras, pero no se quejó del precio.
Algunos economistas no consideraban los 80 dólares una amenaza para el crecimiento global, que el Fondo Monetario Internacional prevé del 4% este año. James Hamilton, un economista de la Universidad de California, realizó un estudio que descubrió que el repentino aumento del petróleo a 147 dólares el barril en 2008 contribuyó a agravar la ralentización provocada por el sector inmobiliario, que derivó en la recesión. En esta ocasión, la naturaleza relativamente constante del repunte del precio ha permitido a los consumidores ajustarse.
Hussein Allidina, estratega de materias primas de Morgan Stanley, señala que los 100 dólares que prevé el próximo año para el barril de crudo aumentarían la “carga de petróleo” –que mide el impacto del petróleo con relación al producto interior bruto de un país– del 2,8% a finales del año pasado, al 4%. Esto perjudicaría más a las economías desarrolladas que a las emergentes, ya que estas últimas son las que encabezan el crecimiento global y pueden permitirse subvenciones a los carburantes, explica. El FMI calcula que las subvenciones al petróleo ascenderá a cerca de los 250.000 millones de dólares (187.555 millones de euros) este año. “Si alcanzásemos los 100 dólares el barril, el crecimiento económico comenzaría a ralentizarse, pero 'truncarse' probablemente sea una palabra demasiado fuerte”, comentó Allidina.
El incremento del precio del petróleo no derivaría necesariamente en la correspondiente subida de los carburantes, ya que la nueva capacidad de refinado ha dado mayor competitividad a los mercados de combustible. En EEUU, las estaciones de servicio de la mayoría de los estados venden la gasolina a menos de 80 centavos el litro, muy por debajo del máximo de 2008. En Reino Unido, sin embargo, el precio se acerca a máximos históricos, incluso pese a que el crudo está lejos de su techo.
En cualquier caso, el precio es tanto un efecto de la expansión económica como una amenaza para ella. Según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía, sólo China, la economía en más rápido crecimiento del mundo, se espera que consuma 520.000 barriles diarios más este año que en 2009, lo que supone un tercio del crecimiento de la demanda global.
La perspectiva del aumento de los precios sigue alarmando a muchos observadores. Olivier Jakob, de la consultora suiza Petromatrix, señaló en un comunicado que la “recuperación de 2009 se apoyó en un petróleo a 62 dólares el barril, no a 90 ni 100 dólares. Tememos que los últimos movimientos en torno al West Texas Intermediate supongan el golpe de gracia para una economía global que estaba tratando de evitar una segunda recesión”.
La última vez que el petróleo subió a 100 dólares el barril a finales de 2007, los consumidores de EEUU y otros países desarrollados suavizaron el impacto recurriendo a préstamos bancarios y a las tarjetas de crédito para financiar las compras de carburante, explica David Greely, economista de la energía de Goldman Sachs.
“Esto plantea una cuestión. Ante la actual restricción del crédito, ¿volverán los consumidores a hacer lo mismo o serán más sensatos?”, pregunta.
Gregory Meyer y Michael Mackenzie
FUENTE : FINANCIAL TIMES
La causa del último repunte parece haber sido la mejora de la confianza en una recuperación económica global, incluso aunque la mayoría de los operadores y banqueros sigan mostrando prudencia sobre las reglas básicas de la oferta y la demanda. Los bancos más optimistas de Wall Street contemplan nuevos incrementos en el precio. Barclays Capital prevé que alcance los 97 dólares el año que viene, mientras que Goldman Sachs y Morgan Stanley apuestan por 110 y 100 dólares respectivamente.
Pero cuanto más suba el precio, más aumentará la preocupación por la posibilidad de que pueda frenar el crecimiento global. Jeff Rubin, ex economista jefe de CIBC y autor de un libro sobre el petróleo y la globalización, advierte: “Un precio de tres dígitos va a suponer una amenaza para la recuperación mundial”.
El mayor coste del petróleo y otras materias primas clave, especialmente el mineral de hierro y el cobre, podría extenderse a la economía y los mercados financieros, generando potencialmente inflación y obligando a los bancos centrales a subir los tipos de interés desde sus bajos niveles actuales. Esto podría elevar la rentabilidad de los bonos, pero también reducir el atractivo de la renta variable.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que un precio más alto del petróleo beneficie a las acciones energéticas. En el índice S&P 500, el sector de la energía gana sólo un 2,4% este año y apenas mostró registros positivos en el primer trimestre, quedando por debajo de la subida del 6% que acumula el índice en el año. Nicholas Colas, estratega de mercado jefe de ConvergEx Group, señala: “Ante la constante subida del precio del crudo, la exposición de las carteras al sector energético podría convertirse en un factor determinante clave del rendimiento global de las inversiones en el balance de 2010”.
El precio del petróleo alcanzó por primera vez los 100 dólares en enero de 2008, antes de continuar su rápido ascenso hasta registrar su máximo en 147 dólares en julio de ese mismo año. Posteriormente, cayó a un mínimo de 32 dólares en diciembre de 2008, para recuperarse después nuevamente. Ayer, el petróleo operaba en torno a los 85 dólares el barril.
La última subida se debe a un aumento de la demanda de petróleo –como consecuencia de la recuperación global– después de haber sufrido el primer descenso global en un cuarto de siglo. El suministro no es un problema, ya que la OPEP tiene capacidad para aumentar la producción en más de 6 millones de barriles diarios de ser necesario. Una diferencia con respecto al año pasado es que, entonces, el precio del petróleo aumentaba con el telón de fondo de un dólar más débil. Este año, el crudo y el billete verde han subido al unísono.
Los políticos se muestran tranquilos. Los ministros de Energía abogaron la semana pasada en el Foro Internacional de la Energía en México por una menor volatilidad, no unos precios más bajos. En declaraciones esta semana, Lawrence Summers, director del Consejo Económico Nacional, lamentó la dependencia de su país de las reservas de petróleo extranjeras, pero no se quejó del precio.
Algunos economistas no consideraban los 80 dólares una amenaza para el crecimiento global, que el Fondo Monetario Internacional prevé del 4% este año. James Hamilton, un economista de la Universidad de California, realizó un estudio que descubrió que el repentino aumento del petróleo a 147 dólares el barril en 2008 contribuyó a agravar la ralentización provocada por el sector inmobiliario, que derivó en la recesión. En esta ocasión, la naturaleza relativamente constante del repunte del precio ha permitido a los consumidores ajustarse.
Hussein Allidina, estratega de materias primas de Morgan Stanley, señala que los 100 dólares que prevé el próximo año para el barril de crudo aumentarían la “carga de petróleo” –que mide el impacto del petróleo con relación al producto interior bruto de un país– del 2,8% a finales del año pasado, al 4%. Esto perjudicaría más a las economías desarrolladas que a las emergentes, ya que estas últimas son las que encabezan el crecimiento global y pueden permitirse subvenciones a los carburantes, explica. El FMI calcula que las subvenciones al petróleo ascenderá a cerca de los 250.000 millones de dólares (187.555 millones de euros) este año. “Si alcanzásemos los 100 dólares el barril, el crecimiento económico comenzaría a ralentizarse, pero 'truncarse' probablemente sea una palabra demasiado fuerte”, comentó Allidina.
El incremento del precio del petróleo no derivaría necesariamente en la correspondiente subida de los carburantes, ya que la nueva capacidad de refinado ha dado mayor competitividad a los mercados de combustible. En EEUU, las estaciones de servicio de la mayoría de los estados venden la gasolina a menos de 80 centavos el litro, muy por debajo del máximo de 2008. En Reino Unido, sin embargo, el precio se acerca a máximos históricos, incluso pese a que el crudo está lejos de su techo.
En cualquier caso, el precio es tanto un efecto de la expansión económica como una amenaza para ella. Según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía, sólo China, la economía en más rápido crecimiento del mundo, se espera que consuma 520.000 barriles diarios más este año que en 2009, lo que supone un tercio del crecimiento de la demanda global.
La perspectiva del aumento de los precios sigue alarmando a muchos observadores. Olivier Jakob, de la consultora suiza Petromatrix, señaló en un comunicado que la “recuperación de 2009 se apoyó en un petróleo a 62 dólares el barril, no a 90 ni 100 dólares. Tememos que los últimos movimientos en torno al West Texas Intermediate supongan el golpe de gracia para una economía global que estaba tratando de evitar una segunda recesión”.
La última vez que el petróleo subió a 100 dólares el barril a finales de 2007, los consumidores de EEUU y otros países desarrollados suavizaron el impacto recurriendo a préstamos bancarios y a las tarjetas de crédito para financiar las compras de carburante, explica David Greely, economista de la energía de Goldman Sachs.
“Esto plantea una cuestión. Ante la actual restricción del crédito, ¿volverán los consumidores a hacer lo mismo o serán más sensatos?”, pregunta.
Gregory Meyer y Michael Mackenzie
FUENTE : FINANCIAL TIMES
Comentarios
Publicar un comentario