No a que la especulación dirija el mundo

 
Todos debemos arrimar el hombro para corregir tantos entuertos, pero empezando por los que más tienen. Por arriba, porque fue “arriba” donde más se ayudó, fue “arriba” el sector que más se benefició de la desmesura inmobiliaria y de la deslocalización productiva.
 
La crisis fue, al principio, financiera. Luego económica. Ahora política… y, si no se detiene con firmeza en la instancia que debe prevalecer sobre todas las demás, devendrá una crisis social, de consecuencias muy graves.
 
Los “mercados” rescatados maniatan a los Gobiernos que les ayudaron… y los políticos reaccionan con incongruencias tan monumentales como recortes sociales. Todo esto sucede por haber sustituido los valores democráticos –justicia social, solidaridad, igualdad- por las leyes del mercado.
 
Fue un grandísimo error que en noviembre de 2008 se ofreciera a Bush –elegido ya el Presidente Obama- el liderazgo de la salida de la crisis, porque lo encomendó al G-20 en lugar de haberlo dirigido de forma innovadora y valiente (para eliminar a los paraísos fiscales y establecer la apropiada regulación) a través de lo que podría haber sido la antesala de una gran renovación del Sistema de las Naciones Unidas, marginado al final de la década de los 80 por los “timoneles” del neoliberalismo.
 
Se “rescató” con ingentes cantidades a las mismas instituciones financieras que habían conducido a la situación de crisis múltiple (económica, medioambiental, alimenticia, ética…) y que hoy, en lugar de contribuir a la solución definitiva imponen sus exigencias a los mismos que ingenuamente les ayudaron en su naufragio. Pero ambos se han olvidado de que la ciudadanía del año 2010 no es la de las anteriores “burbujas”. Ahora puede influir decididamente en los acontecimientos, es decir, ahormar genuinas democracias.
 
Es preciso esquivar los últimos zarpazos de los “globalizadores”. Los poderes hegemónicos no quieren reconocer que su tiempo ha concluido y que se inicia “un nuevo comienzo”, una nueva época en que serán “los pueblos…”, como tan anticipadamente anunció La Carta de las Naciones Unidas, los que tendrán en sus manos las riendas de su destino.
 
Y lo harán gracias a las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología de la comunicación para la participación no presencial. En pocos años, irán construyendo los pilares de la democracia genuina a escala local, nacional, regional, mundial.
 
La economía de guerra y de especulación se sustituirá por una economía de desarrollo global sostenible; la paz se defenderá y mantendrá por las fuerzas de las Naciones Unidas, cuya Asamblea General tendrá una adecuada representación de la sociedad civil y el Consejo de Seguridad abarcará nuevas dimensiones “económica, medioambiental, sanitaria…”. En pocos años se fortalecerá, gracias a una amplia participación popular, liderada por las comunidades académica, artística, científica, intelectual…, la justicia a escala supranacional y las normas oportunas de regulación que permitirán llevar a los transgresores y delincuentes delante de los tribunales y terminar de una vez con los paraísos fiscales, las mafias y los tráficos de armas, drogas, personas…).
 
Se reforzarán las uniones regionales: la Unión Europea, Africana, Latinoamericana…
 
Estamos viviendo tiempos fascinantes porque, por primera vez en la historia, la conciencia ciudadana permitirá terminar con los pocos dominando a los muchos, imponiéndoles sus designios de forma indiscutible.
 
Basados en noticias amañadas y en la circulación de rumores (tienen todavía en sus manos un gran poder mediático) pretenden seguir imponiendo sus fórmulas anacrónicas, su “mercado”, por la fuerza.
 
Es necesaria una nueva economía, sólo posible si a escala internacional existe la autoridad de un Sistema de Naciones Unidas dotado de los medios para establecer equilibrios imprescindibles, al tiempo que se halla preparado para la interposición de fuerzas en los casos en que se violen gravemente los derechos humanos, y pueda coordinar rápidamente los esfuerzos internacionales para reducir, en el marco de un concepto mucho más amplio de seguridad, el impacto de las catástrofes naturales, ante las que hoy nos encontramos totalmente inermes.
 
El mudo no puede seguir el juego de quienes hacen circular rumores y noticias falsas para que bajen los valores bursátiles y ellos compren y después suban estos valores y vendan… Todo especulación; que bajen y compro; que suban y vendo (y lo oculto y “lavo” en un paraíso fiscal). Ha llegado el momento de plantarse, de esquivar los últimos zarpazos, de favorecer que se desmorone este gigantesco andamiaje que, durante tanto tiempo, ha apuntalado el dominio masculino en la Tierra, que hoy finalmente se tambalea.
 
Somos conscientes de que el por-venir está por-hacer. Depende de nosotros. De todas las manos juntas. De todas las voces juntas.
 
Federico Mayor Zaragoza es Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO
FUENTE :  Centro de Colaboraciones  Solidarias

Comentarios

Entradas populares