El G-20 ataca el déficit pero retrasa el rediseño del sistema financiero



La Cumbre del Grupo de los 20, celebrada este fin de semana en Toronto, Canada, se convirtió, como ya vaticinó la canciller alemana Angela Merkel en un mero trámite, eso sí, según ella, se ha conseguido ?mucho más? de lo que ella esperaba. La veintena de mandatarios que hoy se dieron cita en el Metro Toronto Convention Center se comprometieron a regañadientes apretarse el cinturon y reducir el déficit a la mitad en 2013, eso sí, cada uno a su ritmo y sin poner el peligro el objetivo de conseguir un crecimiento económico sostenible.

En lo que al sector financiero se refiere, no hubo grandes novedades, Canadá consiguió aniquilar la temida tasa bancaria internacional, que se aplicará a modo personal, mientras que la imposición de nuevos límites de capital, dentro del marco de Basilea III, deberán esperar pacientemente a ser debatidos en la próxima reunión del próximo 11 y 12 de Noviembre en Seul.

Las economías avanzadas se comprometen a imponer planes fiscales que reduzcan el déficito al menos a la mitad en 2013 y estabilicen el ratio de deuda respecto al PIB en 2016?, rezaba el comunicado emitido por los líderes al término de la sesión. Un compromiso que no dejó de lado las peticiones estadounidenses de no cortar el grifo antes de tiempo y despertar al fantasma de la recesión. ?Nos comprometemos a coordinar acciones que sostengan la recuperación, creen empleo y garanticen un crecimiento más equilibrado?, continuaba el documento que ponía la puntilla al afirmar que estas medidas ?se diferenciarán y se ajustarán a las medidas de cada país?.

Aún así, pese al bombo que quiso dar a este aspecto, no hay que olvidar que estos planes no distan demasiado de los programas diseñados previamente por muchos de los países. Estados Unidos, por ejemplo, ya anticipó en su propuesta presupuestaria para 2011 su compromiso para reducir su déficit hasta los 727.000 millones de dólares en 2013 desde los 1,6 billones de dólares actuales.

Sin embargo esta decisión salomónica sirvió para templar las tiranteces entre la Unión Europea, con Merkel y el presidente francés, Nicholas Sarkozy a la cabeza, y Estados Unidos. La canciller alemana se mostró satisfecha por el compromiso. "Eso significa que habrá que equilibrar las cuentas para enfrentarse a la deuda", afirmó.

Por su parte el mandatario estadounidense, Barack Obama, presionó a sus colegas para que incluyeran el documento final uno de sus principales temores: la reducción sincronizada del déficit en los países avanzados podría ?afectar a la recuperación mundial?. Obama recordó que a los gobiernos todavía les queda un largo recorrido para mantener la recuperación global. "Trabajando dentro del G-20 hemos sido capaces de estabilizar la economía mundial, pero obviamente tenemos numerosos desafíos que todavía tenemos que afrontar?, dijo. Desde su desembarco en Toronto el democrata rebajó considerablemente sus recomendaciones para no retirar los estímulos económicos antes de tiempo.

El texto del comunicado hizo referencia a un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en que se estima que si se ?eligen reformas más ambiciosas? a medio plazo ?el crecimiento económico mundial podría incrementarse en 4 billones de dólares, se crearían decenas de millones de puestos de trabajo y los desequilibrios globales se reducirían sensiblemente?.

En una entrevista con el diario Le Monde, el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble dio un nuevo zarpazo a la administración Obama al afirmar que el gigantesco programa de estímulo aplicado por el estadounidense ha tenido un mínimo efecto sobre la tasa de paro en el país, que continúa a las puertas de alcanzar el 10 por ciento.

Por su parte, el presidente chino, Hu Jintao dejó entrever su intención de transformar su economía y fomentar el consumo interno aunque puso de manifiesto que la recuperación económica mundial ?no es firme y proceso no está equilibrado?. Hu advirtió que hay que ser cautos a la hora de retirar los planles de estímulo y urgió a los miembros del G-20 a apoyar a los países ahogados por la crisis de deuda soberana en Europa.

Los países emergentes con superávit deberán emprender reformas para flexibilizar sus monedas, fortalecer el gasto social e incrementar el gasto en infraestructura, un mensaje dirigido en especial a China.

El texto del comunicado apuntaba que "las economías emergentes con superávit adoptarán las reformas oportunas que correspondan a las circunstancias de cada país" eso sí retiraban a última hora cualquier mención a la decisión la semana pasada de Pekín de flexibilizar la cotización del yuan.

La reacción de Argentina y Brasil fue clara y rotunda: "reducir el déficit a la mitad para algunos países es un ajuste draconiano, cuando uno se pasa en la medicina puede matar al paciente", recalcó el ministro de Exteriores brasileño, Guido Mantega. "La política de austeridad es un desastre, nosotros ya lo experimentamos en 2001", dijo la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en referencia al impago de la deuda pública que se produjo aquel año.

En lo que se refiere al comercio mundial y a la Ronda de Doha, no hubo avances. Los países del G20 reiteraron ayer que quieren llegar a una "conclusión equilibrada y ambiciosa" y ordenaron a sus negociadores que intenten llegar a este objetivo "tan pronto como sea posible". Además se comprementieron de nuevo a no levantar nuevas barreras proteccionistas antes de 2013, como ya se acordó previamente en Pittsburgh.
La reforma financiera a Seul

En la segunda parte de la reunión mantenida ayer en Toronto, los líderes abordaron el asunto de la reforma financiera sin demasiados acontecimientos. Canadá finalmente consiguió acabar con la idea de imponer una tasa bancaria universal, una propuesta apoyada por Alemania y Francia. ?Estamos de acuerdo de que el sector financiero debería realizar una contribución considerable para costear la factura asociada a las intervenciones gubernamentales, cuando éstas ocurran, para reparar el sector financiero?, afirmaban. Sin embargo se destacaban los multiples acercamientos en este sentido, la tasa bancaria, por ejemplo y se dejaba en manos del Consejo de Estabilidad Financiero (FSB, por sus siglas en inglés) el realizar recomendaciones concretas, algo que no ocurrirá hasta el próximo noviembre.

Por otro lado, en lo que se refiere a Basilea III, los miembros del G-20 pusieron de manifiesto los avances para imponer un nuevo ?regimen de capital y liquidez? que aumentará considerablemente el tamaño y la calidad de las reservas de capital, eso sí los detalles deberán esperar, como no, hasta la Cumbre de Corea del Sur. En este sentido, se intentaría imponer estos requerimientos ?a finales de 2012?, aunque esa fecha podría estar condicionada por la recuperación económia.

En cierta forma, y ante la dificultad de imponer un marco regulatorio de supervisión financiera, el G-20 deja en manos del Fondo Monetario Internacional y el FSB, la tarea de garantizar la transparencia y combatir la especulación de los mercados. El presidente español José Luis Rodriguez Zapatero confirmaba que los miembros del foro pidieron al FMI elaborar una serie de recomendaciones para acabar con la especulación finaciera.

La conclusión final de la Cumbre reconocía que se debe ?acelerar la imposición de mayores medidas que mejoren la transparencia y la supervisión de fondo de capital libre (hedge funds), las agencias de calificación y los derivados a nivel internacional y sin discriminación?.

AUTOR : Comite Editorial
FUENTE : EL ECONOMISTA.ES

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