¿Quién pagará el impuesto financiero de Obama?
Es hora de sacrificarse por el bien común. La administración Obama planea imponer un impuesto a 10 años a cerca de 50 grandes entidades financieras. Pero vestirlo de justa victoria para el bolsillo público es una falsedad –las inversiones bancarias del programa de compra de activos tóxicos generarán beneficios para el Tesoro estadounidense–.
Unos impuestos tal vez próximos a los 90.000 millones de dólares (62.000 millones de euros) cubrirán las pérdidas derivadas de los sectores del automóvil y los seguros, así como de los programas de ayuda al mercado inmobiliario. Cierto, los bancos (y todos los demás) se beneficiaron de las actuaciones del Gobierno para combatir la crisis, y alguien tiene que pagar por ello. Es probable que, a la larga, sean los clientes de los bancos.
El “impuesto de responsabilidad” generará un gran debate y posiblemente se modifique antes de su promulgación. Pero bajo su forma actual, que afecta a los activos excepto al capital Tier 1 y a los depósitos domésticos, la estructura fiscal es desfavorable para los brókeres, debido a su gran dependencia de la financiación mayorista, y para entidades como Citigroup, que cuentan con una amplia base de depósitos no asegurados en el extranjero.
Es verdad que como porcentaje de la totalidad de los posibles beneficios, el gravamen parece gestionable –Morgan Stanley sitúa el impacto anual en torno a entre el 2% y el 7% de los beneficios anualizados, antes de provisiones, de los mayores bancos estadounidenses en el tercer trimestre–. Pero sus precedentes y longevidad resultan inquietantes. El consejero delegado de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, recuerda que EEUU podría afrontar otra crisis antes del vencimiento de este impuesto.
Penalizaciones de este tipo pueden reducir el crédito bancario. Si el impuesto se calcula sobre una base continuada, los incentivos para reducir los balances, y competir con más energía por los depósitos estadounidenses, aumenta.
Entretanto, los depósitos internacionales se encarecen, mientras que el atractivo de los vehículos fuera de balance, quizás, puede aumentar. Lo primero será determinar a quién afecta exactamente el gravamen. Lo siguiente, sin lugar a dudas, será la minimización de su impacto. Hoy es un buen día para asesores, abogados y contables.
AUTOR : LEX COLUMN
FUENTE : FINANCIAL TIMES
Unos impuestos tal vez próximos a los 90.000 millones de dólares (62.000 millones de euros) cubrirán las pérdidas derivadas de los sectores del automóvil y los seguros, así como de los programas de ayuda al mercado inmobiliario. Cierto, los bancos (y todos los demás) se beneficiaron de las actuaciones del Gobierno para combatir la crisis, y alguien tiene que pagar por ello. Es probable que, a la larga, sean los clientes de los bancos.
El “impuesto de responsabilidad” generará un gran debate y posiblemente se modifique antes de su promulgación. Pero bajo su forma actual, que afecta a los activos excepto al capital Tier 1 y a los depósitos domésticos, la estructura fiscal es desfavorable para los brókeres, debido a su gran dependencia de la financiación mayorista, y para entidades como Citigroup, que cuentan con una amplia base de depósitos no asegurados en el extranjero.
Es verdad que como porcentaje de la totalidad de los posibles beneficios, el gravamen parece gestionable –Morgan Stanley sitúa el impacto anual en torno a entre el 2% y el 7% de los beneficios anualizados, antes de provisiones, de los mayores bancos estadounidenses en el tercer trimestre–. Pero sus precedentes y longevidad resultan inquietantes. El consejero delegado de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, recuerda que EEUU podría afrontar otra crisis antes del vencimiento de este impuesto.
Penalizaciones de este tipo pueden reducir el crédito bancario. Si el impuesto se calcula sobre una base continuada, los incentivos para reducir los balances, y competir con más energía por los depósitos estadounidenses, aumenta.
Entretanto, los depósitos internacionales se encarecen, mientras que el atractivo de los vehículos fuera de balance, quizás, puede aumentar. Lo primero será determinar a quién afecta exactamente el gravamen. Lo siguiente, sin lugar a dudas, será la minimización de su impacto. Hoy es un buen día para asesores, abogados y contables.
AUTOR : LEX COLUMN
FUENTE : FINANCIAL TIMES
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