Un país no es una empresa
Por Paul Krugman
El presidente Obama acierta de pleno: “Cuando algunas personas cuestionan el porqué de que yo ponga en tela de juicio el historial [de Mitt Romney] en Bain”, declaraba a CBS News el 13 de julio, “lo que he dicho al respecto en el pasado es que si uno es el jefe de una gran empresa de capital riesgo o fondo de alto riesgo, su trabajo consiste en ganar dinero. No consiste en crear empleo. Ni siquiera consiste en crear una empresa próspera; consiste en asegurarse de obtener el máximo rendimiento posible para los inversores”.
Un país no es una empresa; y desde luego no es una empresa de capital riesgo.
Y esta es la cuestión: Romney se presenta a presidente basándose enteramente en la premisa de su éxito empresarial. En un mundo mejor, podría presentarse basándose en su exitosa reforma sanitaria, pero ahora precisamente condena ese logro.
En un mundo mejor, podría presentarse sobre la base de unas ideas políticas coherentes, pero en lugar de eso, no ofrece nada más que la mezcla de unas bajadas de impuestos para los ricos y unas reducciones de los beneficios para la clase media tan extremas que los grupos afectados se niegan a creer que esta sea su verdadera propuesta.
Una vez que el historial de Bain Capital se convierta en un lastre en vez de ser una fortaleza, no habrá nada ahí.
Sin Bain no hay victoria
Se ha dado, como cabía esperar, una minúscula reacción en contra de que la campaña de Obama se centre en Bain. Parte de ella proviene de las Personas Muy Serias, que piensan que deberíamos estar debatiendo sus preocupaciones habituales. Pero otra parte proviene de los progresistas, algunos de los cuales se sienten aparentemente incómodos con la idea de perseguir a Romney como persona y desean que la Casa Blanca se centre únicamente en sus propuestas políticas.
Esto es llamativamente ingenuo. Estoy de acuerdo con que el hecho de que las propuestas políticas de Romney sean una atrocidad es el principal argumento en contra de su candidatura. Pero centrarse en Bain no es desviarse de ese problema, sino algo complementario. Dadas las realidades de la política –y de los medios de información, como explicaré en un momento—, cualquier crítica hacia las políticas de Romney tiene que hacer uso de su biografía.
El primer punto es que los votantes no son empollones políticos. No van al sitio web del Centro de Políticas Tributarias para evaluar las tablas de distribución. Y si un político cita esas tablas de distribución en sus discursos, bueno, los políticos dicen toda clase de cosas.
Por desgracia, tampoco podemos depender de los medios informativos para que los elementos esenciales del debate político lleguen a los ciudadanos (y no solo porque haya muchísima gente que reciba las noticias a través de fragmentos vistos en la televisión). La triste realidad es que el culto al equilibrio sigue imponiéndose. Si un candidato republicano ha anunciado un plan que, en la práctica, condena a los niños a la servidumbre de los contratos de aprendizaje, la información de las noticias diría que “los demócratas dicen” que el plan condena a los niños a la servidumbre de los contratos de aprendizaje. Cada cita relacionada con el asunto estaría emparejada con otra cita de un republicano que dice lo contrario.
Recuerden, los republicanos ya han votado a favor de un plan que convertiría Medicare en un sistema de inadecuados cupones que no guarda ningún parecido con el programa que actualmente tenemos (sin embargo, Politifact declaraba que la afirmación de los demócratas de que esto termina con Medicare tal como lo conocemos es "la mentira del año").
De modo que el hecho de hacer campaña utilizando los asuntos políticos reales no va a funcionar por sí solo.
Por todos los medios, traten los asuntos reales; pero háganlo creando una narrativa, un patrón que conecte con los ciudadanos.
Y la biografía de Romney ofrece una oportunidad única para hacer exactamente eso. Sus propuestas políticas equivalen a una redistribución radical de los ingresos para trasladarlos de la clase media a los muy ricos; también está siendo tremendamente deshonesto en relación con los presupuestos y con casi todo lo demás. ¿Cómo hacer creíbles esos hechos reales? Relacionándolos con su carrera empresarial, que llevó aparejada una gran cantidad de enriquecimiento despidiendo a trabajadores o retirándoles sus beneficios; con sus finanzas personales, que supusieron tal evasión fiscal que tiene miedo de dejarnos ver sus ingresos anteriores a 2010; con sus evasivas acerca del momento exacto en que se fue de Bain.
Se podría criticar el hecho de centrarse en la biografía si estuviese utilizándose para transmitir una falsa impresión sobre las posturas de Romney, pero eso no es lo que está pasando aquí; por el contrario, está empleándose para averiguar la verdad sobre el candidato más allá del ruido y de la barrera de los medios de comunicación.
La verdad es que la campaña de Obama estaría haciéndoles un flaco favor a los ciudadanos estadounidenses si no aprovechase el asunto de Bain al máximo.
FUENTE : EL PAIS
El presidente Obama acierta de pleno: “Cuando algunas personas cuestionan el porqué de que yo ponga en tela de juicio el historial [de Mitt Romney] en Bain”, declaraba a CBS News el 13 de julio, “lo que he dicho al respecto en el pasado es que si uno es el jefe de una gran empresa de capital riesgo o fondo de alto riesgo, su trabajo consiste en ganar dinero. No consiste en crear empleo. Ni siquiera consiste en crear una empresa próspera; consiste en asegurarse de obtener el máximo rendimiento posible para los inversores”.
Un país no es una empresa; y desde luego no es una empresa de capital riesgo.
Y esta es la cuestión: Romney se presenta a presidente basándose enteramente en la premisa de su éxito empresarial. En un mundo mejor, podría presentarse basándose en su exitosa reforma sanitaria, pero ahora precisamente condena ese logro.
En un mundo mejor, podría presentarse sobre la base de unas ideas políticas coherentes, pero en lugar de eso, no ofrece nada más que la mezcla de unas bajadas de impuestos para los ricos y unas reducciones de los beneficios para la clase media tan extremas que los grupos afectados se niegan a creer que esta sea su verdadera propuesta.
Una vez que el historial de Bain Capital se convierta en un lastre en vez de ser una fortaleza, no habrá nada ahí.
Sin Bain no hay victoria
Se ha dado, como cabía esperar, una minúscula reacción en contra de que la campaña de Obama se centre en Bain. Parte de ella proviene de las Personas Muy Serias, que piensan que deberíamos estar debatiendo sus preocupaciones habituales. Pero otra parte proviene de los progresistas, algunos de los cuales se sienten aparentemente incómodos con la idea de perseguir a Romney como persona y desean que la Casa Blanca se centre únicamente en sus propuestas políticas.
Esto es llamativamente ingenuo. Estoy de acuerdo con que el hecho de que las propuestas políticas de Romney sean una atrocidad es el principal argumento en contra de su candidatura. Pero centrarse en Bain no es desviarse de ese problema, sino algo complementario. Dadas las realidades de la política –y de los medios de información, como explicaré en un momento—, cualquier crítica hacia las políticas de Romney tiene que hacer uso de su biografía.
El primer punto es que los votantes no son empollones políticos. No van al sitio web del Centro de Políticas Tributarias para evaluar las tablas de distribución. Y si un político cita esas tablas de distribución en sus discursos, bueno, los políticos dicen toda clase de cosas.
Por desgracia, tampoco podemos depender de los medios informativos para que los elementos esenciales del debate político lleguen a los ciudadanos (y no solo porque haya muchísima gente que reciba las noticias a través de fragmentos vistos en la televisión). La triste realidad es que el culto al equilibrio sigue imponiéndose. Si un candidato republicano ha anunciado un plan que, en la práctica, condena a los niños a la servidumbre de los contratos de aprendizaje, la información de las noticias diría que “los demócratas dicen” que el plan condena a los niños a la servidumbre de los contratos de aprendizaje. Cada cita relacionada con el asunto estaría emparejada con otra cita de un republicano que dice lo contrario.
Recuerden, los republicanos ya han votado a favor de un plan que convertiría Medicare en un sistema de inadecuados cupones que no guarda ningún parecido con el programa que actualmente tenemos (sin embargo, Politifact declaraba que la afirmación de los demócratas de que esto termina con Medicare tal como lo conocemos es "la mentira del año").
De modo que el hecho de hacer campaña utilizando los asuntos políticos reales no va a funcionar por sí solo.
Por todos los medios, traten los asuntos reales; pero háganlo creando una narrativa, un patrón que conecte con los ciudadanos.
Y la biografía de Romney ofrece una oportunidad única para hacer exactamente eso. Sus propuestas políticas equivalen a una redistribución radical de los ingresos para trasladarlos de la clase media a los muy ricos; también está siendo tremendamente deshonesto en relación con los presupuestos y con casi todo lo demás. ¿Cómo hacer creíbles esos hechos reales? Relacionándolos con su carrera empresarial, que llevó aparejada una gran cantidad de enriquecimiento despidiendo a trabajadores o retirándoles sus beneficios; con sus finanzas personales, que supusieron tal evasión fiscal que tiene miedo de dejarnos ver sus ingresos anteriores a 2010; con sus evasivas acerca del momento exacto en que se fue de Bain.
Se podría criticar el hecho de centrarse en la biografía si estuviese utilizándose para transmitir una falsa impresión sobre las posturas de Romney, pero eso no es lo que está pasando aquí; por el contrario, está empleándose para averiguar la verdad sobre el candidato más allá del ruido y de la barrera de los medios de comunicación.
La verdad es que la campaña de Obama estaría haciéndoles un flaco favor a los ciudadanos estadounidenses si no aprovechase el asunto de Bain al máximo.
FUENTE : EL PAIS
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