Goldman Sachs y la manipulación del precio de las materias primas



Por Marco Antonio Moreno Blog Salmon    

       

Desde que New York Times destapó la manipulación del precio del aluminio por parte de Goldman Sachs, han comenzado a denunciarse las malas prácticas del sistema financiero en la manipulación del precio de los commodities y los productos estratégicos. Por eso que la metáfora de vampiro chupador que succiona todo lo que sea dinero de la faz de la humanidad aportada por Matt Taibbi es tan clara y precisa. Goldman Sachs es una especie de parásito que se nutre del trabajo y la ingenuidad humana a niveles insospechados.

Sólo con el mercado del aluminio y en menos de tres años generó ganancias por 5 mil millones de dólares, sin hacer nada. Se limitaba a mover de un lugar a otro toneladas de aluminio para dar la impresión de escasez, algo que hace algunos años comentábamos que se hacía en China con el ajo. Esta ingeniosa coreografía de Goldman Sachs implicó alzas muy significativas a nivel global desde la lata de refresco a la carrocería de los automóviles. El sector de la construcción también se vio afectado por esta audaz puesta en escena de Goldman Sachs, que al decir de su CEO Lloyd Blackfein “hace el trabajo de Dios”.
Aunque una lata de refresco emplea una fracción de centavo de dólar, los 200 mil millones de latas que se destapan al año en el mundo generaron una gran utilidad a G&S. El costo adicional y silencioso de cada lata de refresco muestra la fría operación de Goldman Sachs. Esto es producto de la falta de regulación que hay en los mercados financieros que permite a la banca especular con las materias primas y los recursos estratégicos.
Estas prácticas abusivas confirman que la banca se ha transformado en un auténtico vampiro de la economía productiva, que extrae hasta la última gota de sangre y sudor para convertirla – vía swaps, opciones de futuro o cualquier tipo de derivado financiero – en una forma exótica de comercio que se auto-genera un gran lucro a costa de todos los consumidores del planeta.
Parte de la caída de Detroit está relacionada con estos abusos de Goldman Sachs. En la ciudad que alguna vez fue la capital de la industria automotríz, el banco comandado por Lloyd Blackfein adquirió en 2010 las 27 bodegas de la empresa Metro International, administradora del 30 por ciento del stock mundial de aluminio. Los camiones hacían circular el aluminio de una bodega a otra, para crear la idea de alta demanda y empujar el precio al alza por la vía de la escasez. Este procedimiento hizo posible que las entregas del metal, que hasta el año 2010 tomaban 6 semanas, pasaran a ser de hasta 18 meses. Los desesperados fabricantes de refresco, automóviles o ventanas de aluminio se veían obligados a pagar más para asegurar su producción.
La manipulación del precio del aluminio es sólo una de las muestras de cómo la gran banca ha operado su músculo financiero para influir en una variedad de mercados de materias primas. El precio del petróleo, el trigo, el café y el algodón, entre otros, han generado miles de millones de dólares en ganancias ilegítimas a los grandes actores del sistema financiero. La semana pasada JP Morgan fue acusada de manipular el precio de la electricidad en Estados Unidos, siguiendo los pasos de Enron y su contabilidad creativa. Aquella nostálgica idea de que los precios se determinan por la interacción de la oferta y la demanda está quedando obsoleta. Los precios los fija hoy el politburó de la gran banca, a expensas de los consumidores. Y así como el politburó que fijaba los precios en la URSS se desbarrancó en los años 80, así también se está desbarrancando el capitalismo de politburó de la gran banca mundial.


                                                                                                          

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