La Economía Mundial en 2017; incertidumbres y retos

El clima de incertidumbre económica y política reinante amenaza con debilitar la ya de por sí frágil recuperación de la economía mundial en 2017. Son cuatro los factores claves que están sembrando de dudas las perspectivas de futuro a medio plazo: la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el proceso de reajuste en curso de la economía china y la persistente caída de los precios de las materias primas.


En su outlook de octubre, el Fondo Monetario Internacional estima un crecimiento de la economía mundial del 3,4% para 2017. Sin embargo, los pronósticos son inciertos y varían significativamente según las regiones. En términos generales, respecto a las economías avanzadas existe el riesgo de un prolongado estancamiento económico, caracterizado por una débil demanda agregada, alto desempleo y baja inflación, que tendría consecuencias muy negativas sobre el bienestar social. Al mismo tiempo, problemas heredados de la crisis como la vulnerabilidad del sector financiero, los fuertes desajustes en las cuentas públicas o el alto desempleo son motivo de graves temores.

Respecto a las economías emergentes, se debe prestar especial atención a China y su proceso de reajuste en curso. El ascenso meteórico del gigante rojo en las últimas décadas ha ido acompañado de fuertes desequilibrios estructurales. Conocedor de la situación, el gobierno se ha comprometido a un nuevo programa de reformas con el objetivo de reducir el rol del estado en la economía, fomentar la investigación y la innovación, impulsar el consumo interno, expandir el sistema de seguridad social y mejorar la gobernabilidad y el estado de derecho.
No obstante, un proceso de reestructuración de tal magnitud conlleva retos y dificultades más que notables. En particular, a pesar de que los beneficios ulteriores son innegables, en el futuro inmediato podemos esperar efectos negativos transitorios como caídas en el empleo y la producción. Sin duda, esta transición podría presentar sobresaltos inesperados tanto para China como para la economía global. Otra fuente de preocupación es la capacidad de adaptación de las economías exportadoras de materias primas, principalmente de petróleo, a una caída persistente de los precios de las mismas.
Los riesgos de origen no económico continúan también en 2017 en primer plano. En primer lugar, el auge de los movimientos anti-establishment en las sociedades avanzadas es alarmante. Estos movimientos han sabido empatizar con una sociedad decepcionada con la clase política tradicional y con un sistema que ha cargado sobre los más débiles sus consecuencias en forma de austeridad y recortes. Hoy en día representan un riesgo real para la estabilidad social y política de la economía mundial al mismo tiempo que obstaculizan los esfuerzos orientados a abordar los desequilibrios estructurales a largo plazo.
En segundo lugar, el futuro de varios países, principalmente en Oriente Medio, se verá fuertemente condicionado por el desarrollo de conflictos armados internos y la lucha contra el terrorismo. Como señala el FMI, podría tener importantes ramificaciones transfronterizas.

Siempre es muy arriesgado hacer pronósticos pero en este caso la gran incertidumbre política, especialmente en el seno de la Unión Europea, el retraso en la resolución de los problemas heredados de la crisis y las fuertes tensiones geopolíticas hacen de cualquier predicción una aventura.
En materia de política económica la prioridad debe ser reforzar las perspectivas de crecimiento mediante la aplicación de medidas estructurales. No obstante, las autoridades deberán estar preparadas para hacer frente a eventuales tensiones financieras o shocks inesperados en 2017 que pongan en peligro la ya de por sí débil recuperación de la economía mundial.


AUTOR ; Pablo Garcia
FUENTE: El Captor

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