El origen privado de los bancos centrales
Uno de los secretos mejor guardados es el origen privado de los bancos centrales. Esta es la clave del nacimiento del sistema financiero que hoy tiene al mundo de rodillas. Y el hecho es que tanto la Reserva Federal, como el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo o el Banco de Pagos Internacionales son instituciones privadas.
Como señalábamos en el post anterior, el primer Banco Central de Estados Unidos (1791-1811) nació para hacer frente a las deudas de guerra. Este banco fue creado por Alexander Hamilton, Secretario del Tesoro del Presidente George Washington, quien aplicó la experiencia desarrollada en la fundación del New York Bank en 1784.
Este primer banco central de Estados Unidos se fundó con un capital inicial de 10 millones de dólares, financiados por la venta de acciones. El gobierno federal era propietario de la quinta parte, mientras los restantes 8 millones de dólares pertenecía a inversores privados. El objetivo de Hamilton era hacer de este banco central un gran banco comercial que ayudara al desarrollo de la nación. Su idea era disponer de un importante volumen de capital para facilitarlo a nuevas empresas y por eso este banco fue un éxito. No solo permitió pagar las deudas de guerra sino que generó importantes operaciones comerciales, mucho más grandes que las actividades públicas.
Hamilton fue un gran conductor de la política económica en el naciente Estados Unidos en un momento en que el país estaba asolado por las deudas. Su lema era que la única forma de superar la situación económica era generando crecimiento y confianza y aseguró que toda la deuda sería cancelada. Con esto apuntaló los intereses de la banca que pasó a convertirse en el motor de la economía.
Sin embargo, este banco fue acusado de inconstitucional por algunos héroes de la independencia dado que la Constitución de ese momento otorgaba la potestad de imprimir dinero solo al Congreso, no a una empresa privada. Además, muchos argumentaron que dado que las deudas de guerra ya habían sido canceladas, no había necesidad de un banco central de carácter privado. En 1811, cuando era necesario renovar los estatutos de este banco, el Congreso rechazó, por un voto, su renovación y el banco dejó de funcionar.
En 1812, cuando la nueva deuda generada por la guerra de ese año comenzó a hacerse insostenible, la mayoría de los bancos privados que emitían su propia moneda entraron en suspensión de pagos. Con este hecho, la opinión pública volvió a ser favorable a la creación de un banco central a cargo del gobierno, y el Congreso promovió la idea de una moneda uniforme consiguiendo que los bancos privados reanudaran sus pagos.
Un banco con malas prácticas
Este segundo banco central de Estados Unidos comenzó a operar en 1816 y funcionaba como un centro de información financiera, vigilando la sobre-emisión de dinero que creaba la banca privada y castigando a los bancos que se excedían en la creación de papel moneda. Este fue el primer banco central que funcionó como un regulador de la banca, para disuadir las malas prácticas en la generación de crédito, aunque sucumbió por sus propias malas prácticas en el uso de la información. Este segundo banco central nació con un capital de 35 millones de dólares en acciones, y nuevamente el gobierno era dueño solo de la quinta parte, con inversionistas privados dueños del 80 por ciento del capital. A diferencia del primer banco central presidido por Alexander Hamilton, este banco fue muy mal gestionado y antes de cumplir dos años estaba al borde de la bancarrota. La presidencia de Langdon Cheeves, en 1819, y luego de Nicholas Biddle, en 1822, salvaron a este banco central del colapso.
Las malas prácticas del naciente sistema financiero en Estados Unidos llevaron a muchos políticos a una guerra declarada contra la banca. El caso más emblemático fue el de Andrew Jackson. Cuando Jackson asumió la presidencia de Estados Unidos (1929), inició una fuerte oposición a este banco central privado por sus acciones de gran alcance susceptibles a la corrupción y muy difíciles de controlar. Jackson no olvidaba las operaciones del primer banco central y los actos de corrupción en los inicios del segundo banco central y por eso fue uno de sus más tenaces opositores. La tensión recrudeció cuando Jackson quiso cerrar el banco y Nicholas Biddle comenzó a utilizar los recursos del banco en contra de Jackson. La batalla se hizo cruenta y Jackson se negó a renovar los estatutos del banco, el cual quedó paralizado hasta que sucumbió en 1836.
Los capitales extranjeros en la banca central
Uno de los tópicos que incomodaba a Jackson era la fuerte presencia de capitales extranjeros (mayoría ingleses) en el banco central de Estados Unidos, que prestaban dinero a la nación con intereses. Desde 1836 y hasta el inicio de la Guerra Civil, Estados Unidos vivió un período sin banca central, en una etapa que se conoce como la banca libre. El gobierno aprobó la existencia de una gran cantidad de bancos privados, lo que facilitó la competencia y disminuyó las ganancias de los banqueros, provocando también numerosas quiebras bancarias y dando cuenta de la fragilidad del sistema. El estallido de la guerra civil en 1863 y la necesidad de financiar sus costes renovó el entusiasmo por crear un banco central público y de capital propio alejado de los intereses privados. Lincoln señalaba
“tengo dos grandes enemigos: El Ejército del Sur frente a mí y los banqueros detrás. De los dos, el que está atrás es mi mayor enemigo”.
Abraham Lincoln desafió los intereses de los Rothschild y el cártel bancario que querían involucrarse en el financiamiento de la guerra civil. Sin embargo, los intereses de Rothschild tuvieron éxito gracias al trabajo de Salmon P. Chase como Secretario del Tesoro. Rothschild estaba involucrado financieramente en el tráfico de esclavos y la abolición de la esclavitud infligía enormes pérdidas a los tenedores de esclavos y clientes de Rothschild, dado que su valor de activo desaparecía. Rothschild buscaba compensar estas pérdidas con los intereses generados en la creación de dinero que le permitiría la posesión del Banco Central del país y puso todo su esfuerzo en ello. El banco central emitiría billetes que podrían usar todos los bancos del país, fueran de los Estados o Nacionales. Así como en el gobierno de Lincoln apareció el primer billete verde llamado dólar. Sin embargo, apenas este banco estuvo en funcionamiento, Lincoln se dirigió al pueblo de Estados Unidos advirtiendo:
“El poder del dinero se aprovecha de la Nación en tiempo de paz y conspira contra ella en tiempo de adversidad. Es más despótico que la monarquía, más insolente que la autocracia, más egoísta que la burocracia. Veo en el futuro cercano una crisis que me inquieta, y me hace temblar por la seguridad de nuestro país. Las corporaciones han sido entronizadas y una era de corrupción va a seguir, y el poder del dinero del país se esforzará por prolongar su reinado trabajando sobre los prejuicios de la gente, hasta que la riqueza se quede en unas pocas manos y la República sea destruida.”
Lincoln asediado por los Rothschild
Tras este discurso el gobierno de Lincoln tomó posesión del banco central y logró financiar la guerra sin cargo de intereses. Para el cártel bancario encabezado por los Rothschild este fue un duro golpe: por un lado perdían las ganancias de intereses en las operaciones de préstamo al gobierno; y por otro sufrían una enorme pérdida con el desplome en el valor de ese importante activo que en esos años era los esclavos. La prensa inglesa manifestó su indignación en notas como la siguiente:
Si esta malvada política financiera, consistente en la creación de dinero por el Estado, que se está llevando a cabo en la República Norteamericana continúa en vigor al fin podrá emitir su propio dinero sin costarle nada. Tendrá todo el dinero necesario para llevar a cabo su comercio. Pagará todas sus deudas y nunca más las contraerá. Norteamérica se convertirá en el país más próspero del mundo, mas aún, su prospericad no tendrá parangón con nada visto hasta hoy. Este gobierno (de Lincoln) debe ser destruido, o nos destruirá a nosotros”Lincoln fue asesinado con la complicidad de funcionarios del ejército y del gobierno que respaldaban los intereses de la banca. Este caso se volvió a repetir hace cincuenta años con la muerte de John Fitzgerald Kennedy, que el 4 de junio de 1953, en el cincuentenario de la Reserva federal, intentó quitarle al banco central de Estados Unidos la potestad de imprimir dinero y prestarlo con intereses al gobierno. Esta fue la Orden Ejecutiva 11110 que buscaba poner fin a la Reserva Federal y devolver la facultad de imprimir dinero al Tesoro de Estados Unidos, sin intereses. En ambos casos se ponían en peligro los intereses financieros de la banca y estas ideas fueron arrancadas de raíz.
En el próximo artículo hablaremos da la banca alemana.
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