La pyme y la gestión responsable de la cadena de suministro


Una de las creencias más difundidas entre las empresas de pequeña y mediana dimensión es que los temas de responsabilidad corporativa (RC) no les afectan, consideran que es una cuestión para las «grandes empresas».

Curiosamente, en muchos casos, esas mismas empresas que se creen fuera del circuito de la RC, no son conscientes de que su manera de gestionar la empresa –siendo fieles a sus valores que trascienden el beneficio a corto plazo– podía entenderse, en lenguaje «moderno», como una gestión propia de RC. Y si a este aspecto de significado le añadimos un factor semántico, el acrónimo RC que incluye el término «corporativa» y con el que no se identifican por sus circunstancias, es fácil comprender el resultado comentado de sentirse excluidos de la tendencia, en parte voluntariamente y en parte involuntariamente.

Sin embargo, están recibiendo un tipo de mensaje que les hace reconsiderar un juicio precipitado sobre si están incluidos o no. Aquí se hace referencia a la recepción de una carta de una gran empresa cliente, que le notifica que para mantenerse en la lista de sus suministradores deben implantar una serie de controles e integrar unas políticas que les obligarán a unos comportamientos medioambientales y sociales desconocidos hasta ese momento. Además, le dan un plazo de seis meses para llevarlo a cabo.

Ante esta situación, real para algunas y potencial para muchas, la pyme –o pequeñas y medianas empresas– debe reflexionar sobre su papel en la cadena de suministro de las grandes compañías que han apostado por la RC, ya sea voluntariamente o porque se hayan visto obligadas a ello. Una consecuencia de la integración de prácticas de RC en las grandes empresas es que deben extender sus propias exigencias sociales y medioambientales a toda su cadena de suministros.

Cuando una pyme se pregunta sobre el significado de la «gestión responsable» de la cadena de suministros, es fácil que le venga a la cabeza la imagen de un niño trabajando en una tarea penosa o de un local insalubre, donde se apiñan muchas mujeres trabajando en unas condiciones lamentables. Si bien es una parte de la cuestión, no es con mucho la más relevante para el conjunto de las empresas de reducida dimensión. A estas imágenes se añade la creencia que es un tema exclusivo de las grandes empresas, ya que estas son las que pueden conocer las circunstancias en que sus proveedores realizan su actividad productiva. Sin embargo, para la pyme, que recibe la gran mayoría de sus bienes y servicios de una empresa distribuidora internacional y que una parte importante de sus compras externas las realiza a grandes empresas suministradoras de energía o de telecomunicaciones, este conocimiento es muy difícil o irrelevante. Por ello, les parece que no es un tema que les afecte.

Esta percepción generalizada, de que se refiere a proveedores situados en lejanos países en vías de desarrollo y de ser un problema para las grandes –que induce a la pyme a no dar importancia al tema–, se ve truncada por la carta de una gran empresa cliente a la que nos hemos referido antes.

Es en ese momento cuando se pregunta, con más profundidad: ¿qué es la gestión responsable de la cadena de suministros?

La clara frontera en la asignación de responsabilidades de la ley de contratos mercantiles, que establece una nítida separación entre los comportamientos internos de las empresas que se relacionan comercialmente, se ha difuminado actualmente porque la sociedad espera que la empresa sea, en parte, responsable de los comportamientos de sus proveedores y que actúe en consecuencia, ya sea influyéndoles para que respeten unos principios mínimos –si tiene capacidad para ello– o bien evitando ser cómplice de una situación desequilibrada –si por su dimensión no es capaz de influirles–.

La PyME se encuentra involucrada en este proceso creciente por su doble condición: como empresa que se relaciona con sus proveedores, a los que debe conocer mejor para beneficiarse de sus relaciones y evitar riesgos que le afecten a su reputación; y como empresa que es, a su vez, proveedora de unos clientes de mayor dimensión, que pueden estar muy sensibilizados con los temas de la responsabilidad social empresarial y que, por tanto, lo trasladan a su cadena de suministradores.

Unos principios mínimos que deben influir en las relaciones que afectan a la cadena de suministro, se recogen de una manera apropiada en Los diez principios del Pacto Mundial, de los cuales se desprende que no es únicamente una problemática relacionada con los derechos humanos, cuando nos referimos a proveedores de países con instituciones políticas y legales débiles, donde se producen las imágenes mencionadas de niños trabajando, sino que también les afectan los principios laborales, los medioambientales y el de la lucha contra la corrupción.

Analizar la cadena de suministro desde la perspectiva de la gestión de riesgos, ayuda a comprender mejor las opciones que encuentra la pyme. Por ello, debe clasificar estos riesgos en función de los países de origen, las características sectoriales propias y de sus clientes, los parámetros de uso de los productos y el grado de conocimiento social de la marca, tanto suya como de sus clientes. Este análisis permite conocer los problemas, identificar las prácticas recomendables y planificar el desarrollo de unas relaciones empresa–proveedor mutuamente beneficiosas.

Para facilitar este análisis, en la asociación que impulsa la Red Española del Pacto Mundial, se ha desarrollado una Guía para la gestión responsable de la cadena de suministro (2009) , que no pretende ser un tratado completo, sino una orientación práctica y enfocada en el beneficio mutuo de las relaciones de la cadena de suministro. Para dar una mayor riqueza de perspectivas, se ha contado con la colaboración de empresas grandes de distintos sectores –construcción, suministro de energía y aguas, alimentación y moda– complementadas con una pyme y una organización sin ánimo de lucro especializada en ecología y desarrollo.

Podemos concluir con el mensaje que para adelantarse a las previsibles exigencias de unos clientes grandes, es necesario conocer el grado de urgencia que estas empresas asignen a su gestión responsable de los proveedores. El resultado del diagnóstico –que nos muestra el grado de prioridad– determina la importancia relativa que para la pyme debe tener el conocimiento de los principios de la gestión responsable. En la guía se presenta una herramienta de diagnóstico y un plan por etapas para el avance en la gestión responsable. En definitiva, ayuda a determinar cómo nos puede afectar en nuestro papel de suministrador y nos orienta sobre qué debemos exigir o conocer de nuestros proveedores, para alinearnos eficazmente con los requerimientos futuros.

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1. La guía se puede descargar, de manera gratuita, del enlace .

JOAQUÍN GARRALDA
FUENTE : PUNTO DE EQUILIBRIO

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